Al lugar que pisa, llega a violar la ley, a sobornar funcionarios, a afectar la salud de la población, a contaminar el ambiente y a atentar contra la biodiversidad. Su tarea es sembrar la muerte. Tiene desde 1901 fabricando venenos. Los han expulsado de casi toda Europa y sancionado económicamente en Indonesia y Francia; en los mismos Estados Unidos, tuvieron que pagar fuertes sumas en dólares por haber cometido mil 700 violaciones a normas de bioseguridad, al contaminar ríos y manantiales en estados de la Unión Americana; ni en su cuna, que es la de las transnacionales, se han escapado, allí también les ha llovido...y duro.
Bastaría con el daño que causaron en Vietnam, para que los nayaritas no permitiéramos en esta tierra también de luchadores, la presencia de Monsanto.
En los años sesentas, el gobierno norteamericano contrató a esta empresa, que hoy en día tiene su centro de operaciones en El Tizate, Nayarit, para inventar y fabricar el Agente Naranja, un potente y mortal químico, con el que las tropas yanquis destruyeron a diestra y siniestra, las selvas de aquel heroico país, así como sus cosechas, con el fin de quitarle el alimento a la población que resistía contra el invasor y por añadidura, tumbar completamente la vegetación para que no tuvieran donde esconderse y combatir desde estos refugios al ocupante. Las secuelas de aquella monstruosidad, de aquél hecho incalificable, aún las sufre el glorioso pueblo vietnamita. El tóxico que mató en la guerra, directa y en carne propia, a 400 mil patriotas, permanece en el presente año 2013, activo en el suelo de aquella nación hermana, generando todavía malformaciones y cáncer. Se estima que 500 mil niños de la patria del inolvidable y eternamente venerado Ho Chi Minh, han nacido con -y padecido- estos problemas de salud.
"Donde tengamos apoyo político"
A Nayarit llegó Monsanto violando todo. El gobierno le abrió las puertas de par en par. Peor todavía que si fuéramos un Estado más de la Unión Americana o una colonia yanqui. Entraron como a su casa. Siguen y están como en su casa. Tienen la complacencia de los gobiernos federal y estatal. Ninguna autoridad les dice nada.
La empresa no solamente está pisoteando la soberanía del Estado, sino explotando a los productores y a los trabajadores jornaleros, pero lo más grave aún, es que se está haciendo de territorio físico, al estar comprando centenares y centenares de hectáreas, para lo cual, usa la táctica de primero, empobrecer a nuestros ejidatarios, para que, luego, desesperados, los campesinos le vendan sus tierras a precios de regalo, siendo tal acto, hablando en plata pura, un vil despojo. Es una paradoja que aquí en la tierra del indomable Prieto Crispín, encontraran estos invasores condiciones propicias y adecuadas para llevar a cabo sus imperiales fines, ya que sus directivos, después de los reveses que la trasnacional ha tenido, sobretodo, en Europa, han declarado con todo cinismo y absoluto descaro, que se asentarán "donde tengamos apoyo político".
Nayarit es una mina de oro para ellos
Al lugar que pisa, llega a violar la ley, a sobornar funcionarios, a afectar la salud de la población, a contaminar el ambiente y a atentar contra la biodiversidad. Su tarea es sembrar la muerte. Tiene desde 1901 fabricando venenos. Los han expulsado de casi toda Europa y sancionado económicamente en Indonesia y Francia; en los mismos Estados Unidos, tuvieron que pagar fuertes sumas en dólares por haber cometido mil 700 violaciones a normas de bioseguridad, al contaminar ríos y manantiales en estados de la Unión Americana; ni en su cuna, que es la de las transnacionales, se han escapado, allí también les ha llovido...y duro.
Esta compañía hace alarde que tiene la misión de acabar con el hambre en el mundo. La práctica dice que ese no es el camino para dar de comer a siete mil millones de bocas que en este momento vivimos en el globo. Lo que si ha hecho Monsanto son grandes negocios. Su papel es el de lucrar con el hambre y con la muerte. Justamente, es lo que hacen en México, en las regiones donde ya están, una de ellas nuestra entidad, Nayarit. Para la trasnacional, el campo mexicano y el campo nayarita, es un gran negocio. Aquí, en nuestro estado, cuentan con tierras muy, pero muy fértiles y agua en abundancia. Nayarit, pues, es para ellos una mina de oro, tal cual, fuesen pozos petroleros y refinerías.
¿Por qué si ellos controlan el 27 por ciento de semillas de todo tipo en el mundo y el 80 por ciento de los transgénicos, así como el 90 por ciento de la producción total de éstos, más de la mitad de la población en los cinco continentes padecen hambre, desnutrición y obesidad?
¿Por qué si las transnacionales donde está en primerísimo lugar Monsanto, se han apoderado del sistema alimentario agroindustrial, desplazando a millones de campesinos y mercados locales que son quienes dan de comer a los humanos de menos ingresos, se están produciendo comestibles de menor calidad y desperdiciando la mitad, en el mundo?
Monsanto, el nuevo colonialismo
Está comprobado por datos confiables obtenidos de los organismos de la ONU, que el sector mundial compuesto por campesinos, indígenas, pescadores artesanales y productores familiares, aportan el 90 por ciento de la producción de alimentos en toda la tierra y ello, utilizando solamente el 20 por ciento de la tierra arable, pero en contraparte, está más que comprobado, cuidando con místico y religioso escrúpulo, la pureza de las semillas y la enorme riqueza que, saben ellos, representa la biodiversidad.
Monsanto tiene la misión de colonizar, como ya lo está haciendo en Nayarit, al apoderarse de grandes extensiones de tierra: es el nuevo colonialismo; esclavizar el trabajo de campesinos y obreros; construir una conciencia social de milenario sometimiento; producir transgénicos, que acaban con la pureza, en primer lugar de nuestros maíces criollos, siendo por añadidura, generadores del tumor maligno como lo demostraron científicos franceses y producir y aplicar tóxicos, auspiciadores de un impacto brutal en los suelos, en el agua, en la biodiversidad, así como, igual que los transgénicos, producen cáncer y otras enfermedades como el mal de Parkinson, abortos, deformaciones congénitas y terminan con la producción de la miel de abeja y otros derivados de ésta.
Por todo esto, y más...Monsanto, ¡no!
Bastaría con el daño que causaron en Vietnam, para que los nayaritas no permitiéramos en esta tierra también de luchadores, la presencia de Monsanto.
En los años sesentas, el gobierno norteamericano contrató a esta empresa, que hoy en día tiene su centro de operaciones en El Tizate, Nayarit, para inventar y fabricar el Agente Naranja, un potente y mortal químico, con el que las tropas yanquis destruyeron a diestra y siniestra, las selvas de aquel heroico país, así como sus cosechas, con el fin de quitarle el alimento a la población que resistía contra el invasor y por añadidura, tumbar completamente la vegetación para que no tuvieran donde esconderse y combatir desde estos refugios al ocupante. Las secuelas de aquella monstruosidad, de aquél hecho incalificable, aún las sufre el glorioso pueblo vietnamita. El tóxico que mató en la guerra, directa y en carne propia, a 400 mil patriotas, permanece en el presente año 2013, activo en el suelo de aquella nación hermana, generando todavía malformaciones y cáncer. Se estima que 500 mil niños de la patria del inolvidable y eternamente venerado Ho Chi Minh, han nacido con -y padecido- estos problemas de salud.
"Donde tengamos apoyo político"
A Nayarit llegó Monsanto violando todo. El gobierno le abrió las puertas de par en par. Peor todavía que si fuéramos un Estado más de la Unión Americana o una colonia yanqui. Entraron como a su casa. Siguen y están como en su casa. Tienen la complacencia de los gobiernos federal y estatal. Ninguna autoridad les dice nada.
La empresa no solamente está pisoteando la soberanía del Estado, sino explotando a los productores y a los trabajadores jornaleros, pero lo más grave aún, es que se está haciendo de territorio físico, al estar comprando centenares y centenares de hectáreas, para lo cual, usa la táctica de primero, empobrecer a nuestros ejidatarios, para que, luego, desesperados, los campesinos le vendan sus tierras a precios de regalo, siendo tal acto, hablando en plata pura, un vil despojo. Es una paradoja que aquí en la tierra del indomable Prieto Crispín, encontraran estos invasores condiciones propicias y adecuadas para llevar a cabo sus imperiales fines, ya que sus directivos, después de los reveses que la trasnacional ha tenido, sobretodo, en Europa, han declarado con todo cinismo y absoluto descaro, que se asentarán "donde tengamos apoyo político".
Nayarit es una mina de oro para ellos
Al lugar que pisa, llega a violar la ley, a sobornar funcionarios, a afectar la salud de la población, a contaminar el ambiente y a atentar contra la biodiversidad. Su tarea es sembrar la muerte. Tiene desde 1901 fabricando venenos. Los han expulsado de casi toda Europa y sancionado económicamente en Indonesia y Francia; en los mismos Estados Unidos, tuvieron que pagar fuertes sumas en dólares por haber cometido mil 700 violaciones a normas de bioseguridad, al contaminar ríos y manantiales en estados de la Unión Americana; ni en su cuna, que es la de las transnacionales, se han escapado, allí también les ha llovido...y duro.
Esta compañía hace alarde que tiene la misión de acabar con el hambre en el mundo. La práctica dice que ese no es el camino para dar de comer a siete mil millones de bocas que en este momento vivimos en el globo. Lo que si ha hecho Monsanto son grandes negocios. Su papel es el de lucrar con el hambre y con la muerte. Justamente, es lo que hacen en México, en las regiones donde ya están, una de ellas nuestra entidad, Nayarit. Para la trasnacional, el campo mexicano y el campo nayarita, es un gran negocio. Aquí, en nuestro estado, cuentan con tierras muy, pero muy fértiles y agua en abundancia. Nayarit, pues, es para ellos una mina de oro, tal cual, fuesen pozos petroleros y refinerías.
¿Por qué si ellos controlan el 27 por ciento de semillas de todo tipo en el mundo y el 80 por ciento de los transgénicos, así como el 90 por ciento de la producción total de éstos, más de la mitad de la población en los cinco continentes padecen hambre, desnutrición y obesidad?
¿Por qué si las transnacionales donde está en primerísimo lugar Monsanto, se han apoderado del sistema alimentario agroindustrial, desplazando a millones de campesinos y mercados locales que son quienes dan de comer a los humanos de menos ingresos, se están produciendo comestibles de menor calidad y desperdiciando la mitad, en el mundo?
Monsanto, el nuevo colonialismo
Está comprobado por datos confiables obtenidos de los organismos de la ONU, que el sector mundial compuesto por campesinos, indígenas, pescadores artesanales y productores familiares, aportan el 90 por ciento de la producción de alimentos en toda la tierra y ello, utilizando solamente el 20 por ciento de la tierra arable, pero en contraparte, está más que comprobado, cuidando con místico y religioso escrúpulo, la pureza de las semillas y la enorme riqueza que, saben ellos, representa la biodiversidad.
Monsanto tiene la misión de colonizar, como ya lo está haciendo en Nayarit, al apoderarse de grandes extensiones de tierra: es el nuevo colonialismo; esclavizar el trabajo de campesinos y obreros; construir una conciencia social de milenario sometimiento; producir transgénicos, que acaban con la pureza, en primer lugar de nuestros maíces criollos, siendo por añadidura, generadores del tumor maligno como lo demostraron científicos franceses y producir y aplicar tóxicos, auspiciadores de un impacto brutal en los suelos, en el agua, en la biodiversidad, así como, igual que los transgénicos, producen cáncer y otras enfermedades como el mal de Parkinson, abortos, deformaciones congénitas y terminan con la producción de la miel de abeja y otros derivados de ésta.
Por todo esto, y más...Monsanto, ¡no!
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