A pesar de los numerosos llamamientos para que sigamos una dieta sana, la comida rápida está ganando terreno y las empresas del sector están extendiendo su ya enorme red. ¿Genera la comida rápida la misma adicción que las drogas?
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Existen por lo menos cuatro hechos alarmantes de que las compañías adoptan medidas de forma intencionada para convertir en adictos a sus consumidores.
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1. Los vendedores de comida rápida actúan conscientemente como vendedores de drogas 

Nadie engulle como un poseso zanahorias cocidas o col hervida, pero sí nos atiborramos de patatas fritas, que son el equivalente alimenticio de la más potente de las drogas. Y es que las patatas han sido 'diseñadas' para provocarnos este comportamiento.


Comentario: Ni tampoco engullimos como posesos las grasas saludables como un buen lomo de cerdo, salmón o aguacate... Es algo que nos debería hacer reflexionar. Para más información: En defensa de las grasas

Los estudios indican que la comida puede ser adictiva. La investigación de David Ludwig, del Hospital Infantil de Boston, citado por el diario'Daily Mail', detectó que nuestra actividad cerebral después de comer ciertos alimentos procesados es similar a la de los consumidores de heroína.

Los investigadores han revelado que el abuso de sustancias y alimentos con un alto contenido glucémico, como el pan blanco y las patatas, puede desencadenar el mismo mecanismo cerebral que crea las adicciones. Comer carbohidratos altamente procesados puede provocar un exceso de hambre y estimular las zonas del cerebro implicadas en los antojos y la gratificación, según el estudio.

Esta propiedad de la comida rápida no supone ninguna novedad para los fabricantes. Es por eso que actúan como vendedores de drogas. Por ejemplo, el 20% de los aficionados a la Coca-Cola consumen el 80% de toda la cola producida, indica el periodista ganador del Premio Pulitzer Michael Moss en su libro 'Azúcar, sal y grasa. Cómo nos enganchan los gigantes de la alimentación'. Por lo tanto, el objetivo de la empresa es satisfacer las necesidades de sus clientes más fieles, que ya son adictos y requieren cantidades cada vez mayores.


2. La mayoría de la comida 'sana' no lo es tanto


Las compañías fabricantes de alimentos añaden azúcar a casi todos los productos, desde el yogur hasta el pan de trigo. Por lo tanto, si usted no tiene su propio huerto, vacas y unos cuantos pollos para alimentarse es prácticamente imposible evitar la adicción.


3. Los fabricantes invierten mucho dinero en convencer a los consumidores de que la adicción no existe 


La adicción de los consumidores supone un negocio de miles de millones de dólares para los fabricantes de comida rápida, que por este motivo emprenden todos sus esfuerzos para engañar a sus clientes e intentar demostrar que las numerosas investigaciones en esta área no son nada más que ficción.

Por ejemplo, el marzo pasado el sitio Fox News publicó un artículo en el que un científico aseguraba que un estudio que realizó con ratas demostró que la comida con altos contenidos de grasas, azúcar y sal no crea adicción.


Comentario: Las grasas saludables no crean adicción, el artículo está haciendo referencia a las grasas "trans" que ahora se llaman grasas hidrogenadas en un intento por distraer y seguir engañando al consumidor. Para más información: En defensa de las grasas

"Estamos programados biológicamente para responder a ciertos sabores, texturas y colores, pero eso no significa que sea una adicción", dijo Gabriel Harris, profesor asistente de ciencia de los alimentos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

El modelo de negocio de los mayores productores de alimentos se basa en no escatimar esfuerzos para que las personas dependan desde la infancia de los alimentos que estas empresas producen. Por lo tanto, van a hacer todo lo posible para garantizar que la obesidad se extienda por todo el mundo, distorsionando la información en todas partes.


4. Es casi imposible superar la adicción 


Salir del círculo vicioso de la adicción es casi imposible, afirman los científicos. Los amantes de las hamburguesas desarrollan resistencia a la hormona leptina que controla el apetito y no pueden controlar su comportamiento alimenticio, destacan los científicos.

El consumo frecuente de comida rápida puede convertirse en un problema tan difícil de tratar en el campo médico como la adicción a las drogas, ya que una persona sufre un cuadro de ansiedad similar al síndrome de abstinencia.
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