El presidente de Estados Unidos habla de pruebas que demuestran la culpabilidad del gobierno de Assad, pero las mantiene en secreto para proteger las fuentes y métodos de sus servicios de inteligencia. O sea, tenemos que creer en su palabra... a pesar de que su predecesor no tenía el más mínimo reparo en fabricar pruebas falsas.
Manlio Dinucci nos recuerda que lo que sí tenemos en este momento son pruebas del uso de armas químicas en conflictos muy recientes, incluyendo Irak, pero por parte del Pentágono. El gobierno sirio ha perpetrado el peor ataque químico de este siglo. Eso es lo que declara el presidente Obama basándose en investigaciones de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, red tentacular de servicios secretos que se compone de 17 agencias federales. En primer lugar está la CIA, célebre por su rigor moral y por la fiabilidad de sus informes, virtudes que ha demostrado fehacientemente organizando los golpes de Estado más sanguinarios - en Indonesia, en 1965, y en Chile, en 1973 - y fabricando en 2003 las pruebas - presentadas al Consejo de Seguridad de la ONU - que justificaban la guerra e invasión desatadas contra Irak.
Los resultados de esa investigación se exponen en el documento de la Casa Blanca U.S. Government Assessment of the Syrian Government's Use of Chemical Weapons on August 21, 2013 [1]. Según lo que en ese documento se identifica vagamente como «fuentes independientes», fueron las fuerzas gubernamentales las que recurrieron, el 21 de agosto de 2013, al uso de armas químicas en 12 localidades de la periferia de Damasco. Pero no pierda usted su tiempo buscando las pruebas en ese documento. Este no es más que un «resumen desclasificado de lo sucedido». Las páginas que contienen las presuntas pruebas son «classified», o sea se mantienen en secreto para «proteger las fuentes y métodos». Y por lo tanto, dichas pruebas se han entregado únicamente «al Congreso [de Estados Unidos] y a los socios internacionales fundamentales» [como las monarquías absolutistas del Golfo que para nada necesitan verdaderos parlamentos. NdlR.].
El gobierno de Estados Unidos, explica Obama, encontró las pruebas «sin esperar por los inspectores de las Naciones Unidas». Y sin escuchar a Carla Del Ponte, quien al término de una investigación de la ONU atribuyó el uso de armas químicas a los «rebeldes». Confirmando además que el Consejo de Seguridad de la ONU sólo tiene valor para Estados Unidos cuando le da luz verde para sus guerras - autorizando «todas las medidas necesarias», como sucedió en el caso de Libia - , Obama subraya en tono altanero: «Sigo adelante cómodo sin la aprobación de un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hasta ahora paralizado y que no se decide a considerar a Assad responsable» [2].
En verdad sigue adelante, pero no tan «cómodamente». Aún si la Liga Árabe, bajo la presión de Kerry, pidiese «todas las medidas necesarias» contra Damasco, le falta la participación directa de ciertos aliados europeos, ausencia provocada esencialmente por dificultades políticas y económicas internas. Cameron quiere «una respuesta dura» contra Assad pero se estrelló contra la desaprobación del Parlamento. Merkel declara que «el ataque químico no debe quedar impune», pero Alemania no participa en una acción militar. Letta acusa al gobierno sirio de «crimen contra la humanidad» y expresa su «comprensión» ante una intervención militar de Estados Unidos y Francia, en la que el gobierno italiano no puede participar sin mandato de la ONU - aunque participe ayudando a los mandos y las bases estadounidenses en Italia a preparar el ataque, calificado por el ministro [italiano] de Defensa Mauro como «una señal para Assad, no una verdadera guerra».
Las dudas y temores van por lo tanto en aumento, mientras que los manifestantes contra la guerra salen a la calle, incluso ante la Casa Blanca. Es entonces cuando el presidente Obama se acuerda bruscamente de que él es «demócrata» y anuncia que «para el uso de la fuerza pedirá la autorización de los representantes del pueblo americano en el Congreso». Pero asegura que él está dispuesto a dar la orden de ataque en cualquier momento. «¿Qué mensaje estaríamos transmitiendo si un dictador puede gasear a cientos de niños sin ser castigado?», pregunta Obama.
Estados Unidos ya transmitió un mensaje... cuando mató a millones de vietnamitas, entre los que se hallaban numerosísimos niños, incluso con el famoso Agente Naranja [3], que después del fin de la guerra de Vietnam ha seguido provocando muertes y nacimientos de bebés con malformaciones, y perpetrando masacres en Irak, Yugoslavia, Afganistán y Libia a golpe de bombas químicas y fósforo blanco.
Y sin que nunca se haya castigado a un presidente de Estados Unidos.
Manlio Dinucci nos recuerda que lo que sí tenemos en este momento son pruebas del uso de armas químicas en conflictos muy recientes, incluyendo Irak, pero por parte del Pentágono. El gobierno sirio ha perpetrado el peor ataque químico de este siglo. Eso es lo que declara el presidente Obama basándose en investigaciones de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, red tentacular de servicios secretos que se compone de 17 agencias federales. En primer lugar está la CIA, célebre por su rigor moral y por la fiabilidad de sus informes, virtudes que ha demostrado fehacientemente organizando los golpes de Estado más sanguinarios - en Indonesia, en 1965, y en Chile, en 1973 - y fabricando en 2003 las pruebas - presentadas al Consejo de Seguridad de la ONU - que justificaban la guerra e invasión desatadas contra Irak.
Los resultados de esa investigación se exponen en el documento de la Casa Blanca U.S. Government Assessment of the Syrian Government's Use of Chemical Weapons on August 21, 2013 [1]. Según lo que en ese documento se identifica vagamente como «fuentes independientes», fueron las fuerzas gubernamentales las que recurrieron, el 21 de agosto de 2013, al uso de armas químicas en 12 localidades de la periferia de Damasco. Pero no pierda usted su tiempo buscando las pruebas en ese documento. Este no es más que un «resumen desclasificado de lo sucedido». Las páginas que contienen las presuntas pruebas son «classified», o sea se mantienen en secreto para «proteger las fuentes y métodos». Y por lo tanto, dichas pruebas se han entregado únicamente «al Congreso [de Estados Unidos] y a los socios internacionales fundamentales» [como las monarquías absolutistas del Golfo que para nada necesitan verdaderos parlamentos. NdlR.].
El gobierno de Estados Unidos, explica Obama, encontró las pruebas «sin esperar por los inspectores de las Naciones Unidas». Y sin escuchar a Carla Del Ponte, quien al término de una investigación de la ONU atribuyó el uso de armas químicas a los «rebeldes». Confirmando además que el Consejo de Seguridad de la ONU sólo tiene valor para Estados Unidos cuando le da luz verde para sus guerras - autorizando «todas las medidas necesarias», como sucedió en el caso de Libia - , Obama subraya en tono altanero: «Sigo adelante cómodo sin la aprobación de un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hasta ahora paralizado y que no se decide a considerar a Assad responsable» [2].
En verdad sigue adelante, pero no tan «cómodamente». Aún si la Liga Árabe, bajo la presión de Kerry, pidiese «todas las medidas necesarias» contra Damasco, le falta la participación directa de ciertos aliados europeos, ausencia provocada esencialmente por dificultades políticas y económicas internas. Cameron quiere «una respuesta dura» contra Assad pero se estrelló contra la desaprobación del Parlamento. Merkel declara que «el ataque químico no debe quedar impune», pero Alemania no participa en una acción militar. Letta acusa al gobierno sirio de «crimen contra la humanidad» y expresa su «comprensión» ante una intervención militar de Estados Unidos y Francia, en la que el gobierno italiano no puede participar sin mandato de la ONU - aunque participe ayudando a los mandos y las bases estadounidenses en Italia a preparar el ataque, calificado por el ministro [italiano] de Defensa Mauro como «una señal para Assad, no una verdadera guerra».
Las dudas y temores van por lo tanto en aumento, mientras que los manifestantes contra la guerra salen a la calle, incluso ante la Casa Blanca. Es entonces cuando el presidente Obama se acuerda bruscamente de que él es «demócrata» y anuncia que «para el uso de la fuerza pedirá la autorización de los representantes del pueblo americano en el Congreso». Pero asegura que él está dispuesto a dar la orden de ataque en cualquier momento. «¿Qué mensaje estaríamos transmitiendo si un dictador puede gasear a cientos de niños sin ser castigado?», pregunta Obama.
Estados Unidos ya transmitió un mensaje... cuando mató a millones de vietnamitas, entre los que se hallaban numerosísimos niños, incluso con el famoso Agente Naranja [3], que después del fin de la guerra de Vietnam ha seguido provocando muertes y nacimientos de bebés con malformaciones, y perpetrando masacres en Irak, Yugoslavia, Afganistán y Libia a golpe de bombas químicas y fósforo blanco.
Y sin que nunca se haya castigado a un presidente de Estados Unidos.
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