Las adhesiones a la manifestación antitroika se han multiplicado: cientos de miles de personas han marchado por el centro de la capital lusa para reclamar soluciones contra el desempleo y protestar contra las medidas de austeridad impuestas.
Cientos de miles de portugueses llenaron este sábado las calles de Portugal para protestar contra la política de austeridad del Gobierno conservador y la "troika". Profesores, jubilados, trabajadores de la sanidad, sindicatos, políticos y grupos feministas se han sumado a la mayor protesta que ha vivido el país en los dos últimos años para pedir soluciones para el desempleo (que llegó el mes pasado al 17,6 %) y la grave crisis económica y social que sufre Portugal.
Los medios de comunicación lusos consideran que la afluencia de manifestantes es la mayor que se ha visto en Portugal en los últimos dos años, cuando se han multiplicado las protestas contra los recortes presupuestarios exigidos por el rescate financiero del país.
Bajo el lema "O Povo é quem mais ordena" (El pueblo es el que manda), en Lisboa han asistido unas 500.000 personas, según los organizadores, a la manifestación, que ha concluido en la emblemática plaza del Comercio, donde se han podido ver pancartas con lemas como 'Prefiero caballo en la lasaña que burros en el Gobierno' y se ha coreado la canción 'Grândola, Vila Morena', himno de la Revolución de los Claveles que devolvió la democracia a Portugal en 1974.
El movimiento "Que se lixe a troika" (Que se fastidie la troika) ya reunió en septiembre pasado a cientos de miles de personas en una de las manifestaciones más multitudinarias organizadas en Portugal contra los recortes presupuestarios. Este movimiento pide el fin de la intervención de los organismos internacionales en Portugal y la formación de un nuevo Gobierno que "cumpla la constitución".
En esta ocasión, se han integrado varios gremios profesionales, como el docente y el sanitario, y los grandes sindicatos y partidos de la izquierda lusa, cuyas "mareas", como denominaron a las manifestaciones sectoriales, se juntaron en la plaza Marqués de Pombal para desfilar después por la avenida Liberdade.
Entre los manifestantes había estudiantes, jubilados y familias, con pancartas y consignas que reclaman la dimisión del Gobierno conservador y el fin de la intervención de Portugal por parte de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), conocidos como la troika.
Esta vez la marcha por las calles de la capital portuguesa coincide con la presencia de representantes de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) -conocidos como la troika-, que realizan la séptima evaluación al programa de asistencia financiera.
Los datos económicos empeoran, a pesar de la austeridad
Los convocantes denuncian que el primer ministro, Pedro Passos Coelho, ha cedido la soberanía nacional ante el FMI y la UE, que, en mayo de 2011, a petición del anterior Gobierno socialista luso, prestaron a Portugal 78.000 millones de euros para evitar su bancarrota.
El Ejecutivo conservador ganó las elecciones anticipadas un mes después y puso en marcha un duro programa de austeridad, con ajustes y reformas para cumplir los acuerdos suscritos.
Veinte meses después, la coalición conservadora de Gobierno ha pasado por dos huelgas generales y varias multitudinarias protestas ciudadanas y sindicales, pero sufre un gran desgaste en popularidad, y las encuestas la sitúan por detrás del Partido Socialista en las intenciones de voto.
Los datos económicos, entretanto, han empeorado, con una tasa de desempleo que se ha disparado al 17,6 % (el doble que hace tres años) y una caída del 3,8 % del PIB, la peor en varias décadas, en el último trimestre de 2012.
Pero Passos Coelho considera que la única vía para superar la crisis es hacer el Estado "sostenible". El líder conservador destaca el éxito logrado por su programa de recortes en la vuelta del país a los mercados financieros, donde ha ganado credibilidad y la deuda a diez años se cotiza a un interés del 6,3 por ciento, cuando hace un año rozaba el 17%.
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