Creo que desde el primer día de este blog vengo escribiendo que esoterismo esto y esoterismo aquello, y nunca me he tomado la molestia de definir qué es el verdadero Trabajo Esotérico. Les pido una disculpa por eso, gentiles lectores, porque acaso ello habrá llevado a múltiples confusiones y malentendidos.
Primero veamos lo que NO es esoterismo pero pretende serlo. Hago una búsqueda rápida en la red y elijo al azar
esta página, donde leo que el esoterismo se trata de horóscopos, angelología (ni siquiera sabía que existía esa palabra), enigmas, numerología, gemas, magia y adivinación, entre otros temas. Hago una nueva búsqueda y encuentro
esta otra, que trata acerca de parapsicología, astrología, magia blanca, reiki, wicca, kabaleb (¿qué será eso?), druidas y chamanes.
Todos esos temas, fascinantes como pueden ser para muchas personas, no son lo que yo entiendo por Trabajo Esotérico. Los de arriba son, en el mejor de los casos, fórmulas para hacernos la vida un poco más fácil y llevadera o inofensivos pasatiempos, y en el peor, peligrosas mentiras y distorsiones para literalmente arruinar la vida del buscador sincero. No me malinterpreten: no estoy sugiriendo que todos los temas de arriba son siempre mentira y engaños. Pero muchos lo son, y los que no lo son no constituyen realmente Trabajo Esotérico.
Para entender lo que es el esoterismo, les quiero ofrecer los primeros párrafos del primer capítulo del primer tomo de
Gnosis, de Boris Mouravieff (felizmente acabo de descubrir que sí existe una versión en español). Pero antes permítanme aclarar que a pesar de que Mouravieff nos hizo el favor de darnos a conocer una Tradición de conocimiento extremadamente valiosa, tenía el defecto de conocerla intelectualmente pero no haberla vivido del modo en que lo hizo, por ejemplo, Gurdjieff, quien parecía tener una mejor comprensión interna y vivencial de la enseñanza. La gran contribución de Mouravieff es haber dado a conocer muchos elementos útiles del sistema de la Cuarta Vía que por motivos desconocidos Gurdjieff no publicó.
El resultado de que Mouravieff no entendiera a profundidad la Tradición fue que la confundió en muchas ocasiones con el Cristianismo como se practica hoy en día, y esto es evidente en su texto donde abundan las citas bíblicas. La otra desafortunada distorción es que malinterpretó lo que la Tradición dice acerca del desarrollo histórico de la humanidad al grado de que aprobó el establecimiento de una especie de gobierno mundial de filósofos de elite - y no les tengo que explicar cuán dañina es esa idea.
Pero aparte de eso,
Gnosis es una de las más valiosas fuentes de conocimiento esotérico. Veamos pues lo que dice (traduzco de mi versión en inglés):
La filosofía positiva estudia al hombre en general; el hombre abstracto. La filosofía esotérica concierne al hombre en concreto: el investigador es el objeto de sus propios estudios. Comenzando con la constatación de que el hombre es desconocido, su blanco es conocerse a sí mismo - como es, o como podría ser bajo ciertas condiciones.
El objetivo final de la ciencia positiva es el mismo en principio, pero los esfuerzos son diametralmente opuestos. Comenzando desde el centro, la ciencia positiva se extiende, se especializa, y diverge hacia la periferia. En el límite cada punto constituye una disciplina separada. La ciencia esotérica comienza de la multiplicidad y variedad observada en la periferia accesible a nuestros sentidos, y se mueve hacia el centro. Tiende hacia una mayor y mayor síntesis general.
El método de la ciencia esotérica es el mismo que el de la ciencia positiva: observación, análisis crítico de las observaciones dadas, y rigurosa deducción de los hechos establecidos.
A pesar de esta similitud de método, hay una diferencia de aplicación debido al carácter personal de la mayor parte del trabajo esotérico. Esto no siempre permite la demostración de los resultados de experiencias de vida específicas, ni permite un debate público sobre su validez. Es por ello que aplicamos este método aquí con el mismo rigor de objetividad, pero en la dirección opuesta: en la ciencia positiva admitimos un postulado si no lo podemos refutar; aquí refutaríamos algo si no encontramos los hechos o fenómenos que lo confirmen.
En la civilización occidental la vida interior del individuo, con toda su riqueza, se halla relegada a un papel menor en la existencia. El hombre está tan atrapado en los trabajos de la vida mecánica que no tiene ni el tiempo para detenerse ni el poder de atención necesarios para voltear su visión mental hacia sí mismo. Por tanto el hombre pasa sus días absorto por circunstancias externas. La gran máquina que lo arrastra sigue su curso sin detenerse, y le prohíbe detenerse bajo pena de ser aplastado. Hoy como ayer, y mañana com hoy, rápidamente queda exhausto en la frenética carrera, forzado a ir a una dirección que al final no lleva a ningún lado. La vida pasa de él casi sin ser vista, veloz como un rayo de luz, y el hombre cae preso y aún ausente de sí mismo.
Cuando le pedimos a alguien que vive bajo esta constante presión de la vida contemporánea que voltee su visión mental hacia sí mismo, generalmente contesta que no tiene suficiente tiempo libre para llevar a cabo tales prácticas. Si insistimos y acepta, en la mayoría de los casos dirá que no ve nada: Niebla; Oscuridad. En casos menos comunes, el observadore reporta que percibe algo que no puede definir porque cambia todo el tiempo.
Esta última observación es correcta. Todo está de hecho cambiando constantemente dentro de nosotros. Un impacto externo menor, agradable o desagradable, feliz o infeliz, es suficiente para dar a nuestro contenido interior una apariencia muy distinta.
Si seguimos esta observación interior, esta introspección, sin prejuicio, pronto constataremos, no sin sorpresa, que nuestro "Yo", del cual estamos tan consistentemente orgullosos, no es siempre el mismo: el "Yo" cambia. A medida que esta impresión se vuelve más deifnida comenzamos a volvernos más conscientes que no es un solo hombre quien vive dentro de nosotros sino muchos, cada uno con sus propios gustos, sus propias aspiraciones, y cada uno tratando de alcanzar sus propios fines. Súbitamente descubrimos dentro de nosotros un mundo entero lleno de vida y colores que hasta ahora habíamos ignorado casi completamente. Si proseguimos con esta experiencia, pronto seremos capaces de distinguir tres corrientes dentro de esa vida en perpetuo movimiento: la de la vida vegetativa de los instintos, por decirlo así; la de la vida animal de los sentimientos; y por último la vida humana en el sentido propio de la palabra, caracterizada por el pensamiento y el habla. Es casi como si hubiera tres hombres dentro de nosotros, enredados de un modo extraordinario.
De modo que llegamos a apreciar el valor de la introspección como un método de trabajo práctico que nos permite conocernos a nosotros mismos y entrar en nosotros mismos. A medida que progresamos gradualmente, nos volvemos más claramente conscientes de la verdadera situación en la que nos encontramos. El contenido interno del hombre es análogo a un recipiente con partículas de hierro en un estado de mezcla como resultado de la acción mecánica. Cada impacto recibido por el recipiente ocasiona el movimiento de las partículas de hierro. Por tanto la verdadera vida permanece oculta del ser humano debido a los constantes cambios que ocurren en su vida interna.
Aun así, como veremos más tarde, esta situación sin sentido y peligrosa puede ser modificada de un modo benéfico. Peroesto requiere trabajo; esfuerzo consciente y sostenido. La introspección llevada a cabo sin parar resulta en una sensibilidad interna acrecentada. Esta sensibilidad mejorada a su vez intensifica la amplitud y frecuencia de movimiento cuando quiera que las partículas de hierro sean perturbadas. Como resultado, impactos que previamente no eran notados ahora provocarán vivas reacciones. Estos movimientos, debido a su continua amplificación, pueden crear una fricción entre las partículas de hierro tan intensa que un día podríamos sentir el fuego interior encenderse dentro de nosotros.
Este fuego no debe permanecer como una llama inofensiva. Ni es suficiente que el fuego permanezca dormido bajo las cenizas. Un fuego ardiente y vivo una vez encendido debe mantenerse cuidadosamente así por medio de la voluntad de refinar y cultivar la sensitividad.
Si continua de este modo, nuestro estado puede cambiar: el calor de la flama comenzará un proceso de fusión dentro de nosotros.
A partir de este punto el contenido interno no se comportará más como un montón de partículas de hierro: formará un bloque. Entonces nuevos impactos no provocarán cambio interior en el hombre como lo hacían antes. Habiendo alcanzado este punto habrá adquirido firmeza; permanecerá él mismo en medio de las tempestades a la que la vida pueda exponerlo.
Esta es la perspectiva ante quienes estudian la ciencia esotérica. Pero para alcanzar el estado que ha sido descrito, debemos desde el principio deshacernos de toda ilusión acerca de nosotros mismos, sin importar cuán querida sea; una ilusión de este tipo, si es tolerada al inicio, crecerá en el camino, de modo que serán necesarios el sufrimiento y esfuerzo adicionales para liberarnos de él en el futuro. [...] [Gnosis, Boris Mouravieff, Tomo I, p. 3-6]
He ahí, creo yo, la única posibilidad de escapar de la Matrix. El proceso descrito por Mouravieff para adquirir un verdadero "Yo" es muy detallado, por lo que les recomiendo ampliamente su libro si les interesa el tema.
A propósito de esoterismo: Algunos amables lectores me han escrito en el pasado para preguntarme si conozco algún foro de discusión en línea, o si sé dónde pueden encontrar más información sobre el
Experimento Cassiopaea en español. A esos lectores les interesará saber que se acaba de reabrir el
foro de discusión de Cassiopaea en español.
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