En Italia, uno de cada tres jóvenes está desempleado, dos millones ya ni siquiera buscan trabajo, mientras tres millones y medio tienen contratos precarios. Los jóvenes tardan en lograr entrar en el mundo laboral, según informa el Instituto Estadístico Italiano (Istat).
Son impotentes frente a un poderoso sistema de gremios, indefensos contra la crisis porque no tienen derecho a ayudas sociales; invisibles para la política, que se ha olvidado de ellos hasta en las promesas electorales.
En menos de una década, el porcentaje de los italianos que abandonan el país ha pasado del 11% al 28%.
"La crisis ha embestido a los jóvenes. El 80% de los que han perdido su trabajo desde 2008, tienen menos de 34 años", aseguró la jefa del departamento de Estadísticas Sociales del Istat.
Ni siquiera estar formados sirve. Un tercio de los trabajadores tiene un título superior al que necesita para desempeñar su tarea.
"La licenciatura hoy es como un título nobiliario. Queda muy bien colgado en un buen marco, pero no sirve de nada", ironiza Giorgio Tedone, de 27 años, graduado en Roma en Ciencias Políticas, con estudios de marketing en Londres y un máster en comunicación y publicidad en Turín, donde vive. El mes pasado, Giorgio colgó en una web de subastas su título de grado: "Vendo, por falta de utilización, un título universitario, como nuevo", decía el anuncio.
El 80% de los que han perdido su trabajo desde 2008, tienen menos de 34 años
"Esperábamos que la reforma Fornero pusiera límites a la explotación. Pero seguimos sin defensas ante la buena o mala fe de nuestros jefes", resopla Giulia Cappellin, de 29 años, cuatro años como editora gráfica precaria.
La norma aprobada por el Gobierno técnico intenta establecer que hay que contratar a la persona que desempeñe una función estable en la empresa. Pero en la práctica, las empresas siguen realizando los contratos indefinidos y escasean los controles.
Giulia y otros 200 colegas se han asociado en la Red de Redactores Precarios. Cada semana se reúnen en la sede de San Precario, colectivo que asesora y organiza a los trabajadores informales de todo el país. "Más de tres millones de personas trabajan sin garantías", comentó un miembro del colectivo.
San Precario es la única protección de estos trabajadores. "Casi nadie está inscrito en un sindicato. Los partidos no nos representan, ni siquiera los de izquierda, que siguen abogando porque todo el mundo sea contratado indefinidamente. El mundo ha cambiado. Solo queremos los mismos derechos de nuestros padres: cotización, enfermedad, maternidad, cosas básicas", añadió.
Los candidatos a presidir el próximo Gobierno han utilizado la campaña para debatir apasionadamente de impuestos sobre la vivienda, impuestos y pensiones, pero nadie parece darse cuenta de que hay una amplia franja de la población que corre el riesgo de no poder tener jamás esos problemas.
Son impotentes frente a un poderoso sistema de gremios, indefensos contra la crisis porque no tienen derecho a ayudas sociales; invisibles para la política, que se ha olvidado de ellos hasta en las promesas electorales.
En menos de una década, el porcentaje de los italianos que abandonan el país ha pasado del 11% al 28%.
"La crisis ha embestido a los jóvenes. El 80% de los que han perdido su trabajo desde 2008, tienen menos de 34 años", aseguró la jefa del departamento de Estadísticas Sociales del Istat.
Ni siquiera estar formados sirve. Un tercio de los trabajadores tiene un título superior al que necesita para desempeñar su tarea.
"La licenciatura hoy es como un título nobiliario. Queda muy bien colgado en un buen marco, pero no sirve de nada", ironiza Giorgio Tedone, de 27 años, graduado en Roma en Ciencias Políticas, con estudios de marketing en Londres y un máster en comunicación y publicidad en Turín, donde vive. El mes pasado, Giorgio colgó en una web de subastas su título de grado: "Vendo, por falta de utilización, un título universitario, como nuevo", decía el anuncio.
El 80% de los que han perdido su trabajo desde 2008, tienen menos de 34 años
"Esperábamos que la reforma Fornero pusiera límites a la explotación. Pero seguimos sin defensas ante la buena o mala fe de nuestros jefes", resopla Giulia Cappellin, de 29 años, cuatro años como editora gráfica precaria.
La norma aprobada por el Gobierno técnico intenta establecer que hay que contratar a la persona que desempeñe una función estable en la empresa. Pero en la práctica, las empresas siguen realizando los contratos indefinidos y escasean los controles.
Giulia y otros 200 colegas se han asociado en la Red de Redactores Precarios. Cada semana se reúnen en la sede de San Precario, colectivo que asesora y organiza a los trabajadores informales de todo el país. "Más de tres millones de personas trabajan sin garantías", comentó un miembro del colectivo.
San Precario es la única protección de estos trabajadores. "Casi nadie está inscrito en un sindicato. Los partidos no nos representan, ni siquiera los de izquierda, que siguen abogando porque todo el mundo sea contratado indefinidamente. El mundo ha cambiado. Solo queremos los mismos derechos de nuestros padres: cotización, enfermedad, maternidad, cosas básicas", añadió.
Los candidatos a presidir el próximo Gobierno han utilizado la campaña para debatir apasionadamente de impuestos sobre la vivienda, impuestos y pensiones, pero nadie parece darse cuenta de que hay una amplia franja de la población que corre el riesgo de no poder tener jamás esos problemas.
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