Estuve en el tribunal militar de Fort Meade, Maryland, el jueves pasado cuando Bradley Manning admitió haber entregado documentos gubernamentales secretos a WikiLeaks. Los cientos de miles de documentos filtrados revelaban crímenes de guerra cometidos por EE.UU. en Irak y Afganistán al igual que actos gubernamentales antiéticos. La declaración de Manning ante el tribunal fue una exposición contundente y conmovedora sobre la importancia de poner la conciencia por encima de la seguridad personal, la necesidad de sacrificar una carrera y la propia libertad por el bien público y el imperativo moral de ejecutar actos de rebeldía. Manning va a pagar seguramente con muchos años de cárcel -quizás el resto de su vida. Pero nosotros también vamos a pagar. La guerra contra Bradley Manning es una guerra contra todos nosotros.
El juicio no es simplemente un caso contra un soldado de 25 años que tuvo la temeridad de reportar al mundo exterior la carnicería indiscriminada, los crímenes de guerra, la tortura y el abuso llevados adelante por las fuerzas de ocupación en Irak y Afganistán. Es un esfuerzo coordinado por el estado de vigilancia y seguridad para extinguir lo que queda de una prensa libre, la que tiene el derecho constitucional a exponer crímenes cometidos por los que detentan el poder. Los individuos solitarios que corren riesgos personales para que el público conozca la verdad -los Daniel Ellsbergs, los Ron Ridenhours, los Deep Throats y los Bradley Manning- desde ahora van a ser acusados de "ayudar al enemigo". Aquellos que desde el interior del sistema hacen público hechos que cuestionan la narrativa oficial serán encarcelados, como lo fue John Kiriakou, el ex analista de la CIA, por revelar que el gobierno de EE.UU. usa la tortura; comenzó a cumplir una sentencia de 30 meses en prisión el mismo día que Manning leía su declaración. Hay un adjetivo que se aplica a estados que crean este tipo de vacío de información: totalitarios.
Una de las mayores vergüenzas del periodismo es la cobardía de los periódicos The New York Times, El País, Der Spiegel y Le Monde, que usaron grandes cantidades de material filtrado por Manning a WikiLeaks y luego, le dieron la espalda cruelmente. Estas publicaciones hicieron muy poco esfuerzo para cubrir las audiencias previas al juicio de Manning, una falla que muestra la bancarrota y anemia de la prensa comercial. El rescate de los restos de honor que puedan quedar de nuestra profesión estuvo a cargo de un puñado de periodistas independientes, a menudo marginalizados y de otros pocos individuos y grupos -incluyendo Glenn Greenwald, Alexa O'Brien, Nathan Fuller, Kevin Gosztola (quien escribe para Firedog Lake), La Red de Apoyo a Bradley Manning, el activista político Kevin Zeese y el dibujante que hizo sketches en el tribunal, Clark Stoeckley, además de The Guardian, que también había publicado los documentos de WikiLeaks. Pero si nuestras domesticadas instituciones periodísticas piensan que escaparán a la ira del estado de vigilancia y seguridad negándose a defender o a reportar sobre Manning, pecan de ser asombrosamente ingenuas. Esta es una guerra que va a continuar. Y el objetivo del estado va más allá de encerrar a Manning por el resto de su vida. El estado está decidido a extraditar al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, para juzgarlo en EE.UU. bajo cargos de espionaje o conspiración. El estado se propone establecer un sistema de información que sea un eco de la propaganda oficial. Es por eso que aquellos que poseen capacidades de computación que les permiten exponer los secretos de la élite en el poder han sido y son despiadadamente perseguidos y enjuiciados, como Aaron Swartz, que se suicidó en enero pasado, y Jeremy Hammond, que enfrenta la posibilidad de más de 30 años de cárcel por hackear a la empresa privada de seguridad Stratfor. Es por ello, que el vicepresidente Joe Biden rotuló a Assange como un "terrorista high-tech", y es por ello también que el juicio a Bradley Manning es uno de los más importantes de la historia de EE.UU.
El gobierno ha decidido imputarle a Manning los 22 cargos, incluyendo el de ayudar al enemigo (Artículo 104), robar propiedad de EE.UU. (18 USC 641), espionaje (18 USC 793(e)) y delitos cibernéticos (18 USC 1030(a)(1)) -a pesar de que Manning no hackeó computadoras del gobierno. El estado también le imputará cargos por infracción de regulaciones legales generales (Art. 92). El gobierno se ha negado a hacer un acuerdo sobre la base de la aceptación de culpabilidad de Manning de nueve delitos menores. Entre ellos figuran la posesión sin autorización y la difusión del video conocido como "Asesinato colateral"; los Registros de la guerra de Irak; el Diario de la guerra de Afganistán; dos memorándum "Red Cell" de la CIA, uno de ellos titulado "Afganistán: Mantener el apoyo de Europa Occidental para las misiones de OTAN -Por qué la apatía podría no ser suficiente"; archivos de Guantánamo; documentos de un llamado "Artículo 15-6 de la investigación de la masacre de Garani en la provincia afgana de Farah ocurrida en mayo de 2009; y un informe de contrainteligencia del Departamento de Defensa, "WikiLeas.org -Una referencia online de los servicios de inteligencia extranjeros, insurgentes y grupos terroristas" al igual que una infracción de una normativa legal general al haber guardado información ilegalmente.
Los documentos filtrados por Manning, insiste el gobierno, sirvieron de apoyo a Al Qaeda y al terrorismo internacional. El gobierno intentará probar este punto ante el tribunal con un testigo anónimo, que probablemente será un miembro del comando que hizo la redada en la residencia de Osama bin Laden en Pakistán. Se dice que el testigo reportará que hallaron copias de los documentos filtrados en la computadora de bin Laden y que estos fueron de ayuda para Al Qaeda. Este accionar judicial es completamente espurio -como si algún ciudadano tuviera algún tipo de control sobre la información que se transmite al público y cómo se usa. Manning, por una cantidad considerable de dinero- podría haber vendido los documentos a gobiernos o grupos definidos como enemigos. En lugar de hacerlo, se acercó a The Washington Post y The New York Times. Cuando esos periódicos rechazaron su propuesta, envió el material de forma anónima a WikiLeaks.
Manning, de baja estatura y menudo, le explicó al tribunal militar el conflicto emocional que experimentó al comparar lo que él sabía de la guerra con la versión oficial. Dijo que se sintió profundamente perturbado cuando vio un video filmado desde un helicóptero Apache, cuando este y otros helicópteros realizaban un ataque contra civiles en Bagdad en 2007. Sintió repulsión por las bromas que hacían los atacantes mientras mataban y herían a aterrorizados seres humanos, incluyendo niños, como si practicaran un deporte. Entre los muertos figuraba el foto-periodista de Reuters Namir Noor-Eideen y su chofer, Saeed Chmagh. Reuters había solicitado varias veces que le permitieran ver el video, y el ejército se había negado repetidamente a mostrarlo.
Manning le proporcionó al público la ventana más importante hacia el mecanismo interno del poder imperial desde que se filtraran los Documentos del Pentágono. El uso rutinario de la tortura, la detención de iraquíes inocentes, las condiciones inhumanas dentro de los centros secretos de detención, el uso de funcionarios del Departamento de Estado como espías en las Naciones Unidad, la conspiración con las corporaciones para mantener los salarios bajos en países en desarrollo como Haití y crímenes de guerra específicos como el ataque con misiles en una casa que mató a siete niños en Afganistán seguirían siendo secretos sin Manning.
Cuando Robert Gates fue Secretario de Defensa dijo que una evaluación del Departamento de Defensa determinó que la publicación de los Registros de la guerra de Irak y del Diario de la guerra en Afganistán "no habían revelado ninguna fuente ni ningún método de inteligencia de alto nivel". En el juicio, sin embargo, el gobierno debe probar solo que la "filtración podría ser potencialmente perjudicial para EE.UU." y necesita solo proveer "prueba independiente de, al menos, daño potencial a la seguridad nacional", escribe el profesor de leyes Geoffrey Stone.
Las evaluaciones del gobierno determinaron que la filtración de cables diplomáticos del Departamento de Estado causaron solo "daños limitados a los intereses de EE.UU. en el exterior, a pesar de las afirmaciones del gobierno de Obama diciendo lo contrario", según Reuters. "Nos dijeron que el impacto [de las revelaciones de WikiLeaks] causaron vergüenza pero no daños", le dijo a Reuters un funcionario del Congreso, que recibió un reporte del Departamento de Estado,. "El gobierno de Obama se sintió obligado a decir públicamente que las revelaciones habían causado un daño grave a los intereses de EE.UU. para reforzar los esfuerzos legales que respaldaran el cierre del sitio web de WikiLeaks y para presentar cargos contra los denunciantes", agregó el funcionario. Los fiscales, fortaleciendo aún más el caso, lograron impedir que los abogados de Manning presentaran evidencia sobre la ausencia real de daños causados a los intereses de EE.UU. por las revelaciones.
Manning hizo lo que cualquier persona de conciencia hubiera hecho. Frente al tribunal demostró compostura, inteligencia y dignidad -algo notorio teniendo en cuenta el abuso prolongado que sufrió durante los mil días adentro del sistema de prisión militar. Y justamente es por ello que el gobierno le teme. EE.UU. todavía produce héroes, algunos visten uniforme. Pero ahora los encierran en la cárcel.
El tribunal militar no ha distribuido una copia oficial de la declaración de Bradley Manning. Gracias a Alexa O'Brien por proveer una transcripción.
El juicio no es simplemente un caso contra un soldado de 25 años que tuvo la temeridad de reportar al mundo exterior la carnicería indiscriminada, los crímenes de guerra, la tortura y el abuso llevados adelante por las fuerzas de ocupación en Irak y Afganistán. Es un esfuerzo coordinado por el estado de vigilancia y seguridad para extinguir lo que queda de una prensa libre, la que tiene el derecho constitucional a exponer crímenes cometidos por los que detentan el poder. Los individuos solitarios que corren riesgos personales para que el público conozca la verdad -los Daniel Ellsbergs, los Ron Ridenhours, los Deep Throats y los Bradley Manning- desde ahora van a ser acusados de "ayudar al enemigo". Aquellos que desde el interior del sistema hacen público hechos que cuestionan la narrativa oficial serán encarcelados, como lo fue John Kiriakou, el ex analista de la CIA, por revelar que el gobierno de EE.UU. usa la tortura; comenzó a cumplir una sentencia de 30 meses en prisión el mismo día que Manning leía su declaración. Hay un adjetivo que se aplica a estados que crean este tipo de vacío de información: totalitarios.
Una de las mayores vergüenzas del periodismo es la cobardía de los periódicos The New York Times, El País, Der Spiegel y Le Monde, que usaron grandes cantidades de material filtrado por Manning a WikiLeaks y luego, le dieron la espalda cruelmente. Estas publicaciones hicieron muy poco esfuerzo para cubrir las audiencias previas al juicio de Manning, una falla que muestra la bancarrota y anemia de la prensa comercial. El rescate de los restos de honor que puedan quedar de nuestra profesión estuvo a cargo de un puñado de periodistas independientes, a menudo marginalizados y de otros pocos individuos y grupos -incluyendo Glenn Greenwald, Alexa O'Brien, Nathan Fuller, Kevin Gosztola (quien escribe para Firedog Lake), La Red de Apoyo a Bradley Manning, el activista político Kevin Zeese y el dibujante que hizo sketches en el tribunal, Clark Stoeckley, además de The Guardian, que también había publicado los documentos de WikiLeaks. Pero si nuestras domesticadas instituciones periodísticas piensan que escaparán a la ira del estado de vigilancia y seguridad negándose a defender o a reportar sobre Manning, pecan de ser asombrosamente ingenuas. Esta es una guerra que va a continuar. Y el objetivo del estado va más allá de encerrar a Manning por el resto de su vida. El estado está decidido a extraditar al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, para juzgarlo en EE.UU. bajo cargos de espionaje o conspiración. El estado se propone establecer un sistema de información que sea un eco de la propaganda oficial. Es por eso que aquellos que poseen capacidades de computación que les permiten exponer los secretos de la élite en el poder han sido y son despiadadamente perseguidos y enjuiciados, como Aaron Swartz, que se suicidó en enero pasado, y Jeremy Hammond, que enfrenta la posibilidad de más de 30 años de cárcel por hackear a la empresa privada de seguridad Stratfor. Es por ello, que el vicepresidente Joe Biden rotuló a Assange como un "terrorista high-tech", y es por ello también que el juicio a Bradley Manning es uno de los más importantes de la historia de EE.UU.
El gobierno ha decidido imputarle a Manning los 22 cargos, incluyendo el de ayudar al enemigo (Artículo 104), robar propiedad de EE.UU. (18 USC 641), espionaje (18 USC 793(e)) y delitos cibernéticos (18 USC 1030(a)(1)) -a pesar de que Manning no hackeó computadoras del gobierno. El estado también le imputará cargos por infracción de regulaciones legales generales (Art. 92). El gobierno se ha negado a hacer un acuerdo sobre la base de la aceptación de culpabilidad de Manning de nueve delitos menores. Entre ellos figuran la posesión sin autorización y la difusión del video conocido como "Asesinato colateral"; los Registros de la guerra de Irak; el Diario de la guerra de Afganistán; dos memorándum "Red Cell" de la CIA, uno de ellos titulado "Afganistán: Mantener el apoyo de Europa Occidental para las misiones de OTAN -Por qué la apatía podría no ser suficiente"; archivos de Guantánamo; documentos de un llamado "Artículo 15-6 de la investigación de la masacre de Garani en la provincia afgana de Farah ocurrida en mayo de 2009; y un informe de contrainteligencia del Departamento de Defensa, "WikiLeas.org -Una referencia online de los servicios de inteligencia extranjeros, insurgentes y grupos terroristas" al igual que una infracción de una normativa legal general al haber guardado información ilegalmente.
Los documentos filtrados por Manning, insiste el gobierno, sirvieron de apoyo a Al Qaeda y al terrorismo internacional. El gobierno intentará probar este punto ante el tribunal con un testigo anónimo, que probablemente será un miembro del comando que hizo la redada en la residencia de Osama bin Laden en Pakistán. Se dice que el testigo reportará que hallaron copias de los documentos filtrados en la computadora de bin Laden y que estos fueron de ayuda para Al Qaeda. Este accionar judicial es completamente espurio -como si algún ciudadano tuviera algún tipo de control sobre la información que se transmite al público y cómo se usa. Manning, por una cantidad considerable de dinero- podría haber vendido los documentos a gobiernos o grupos definidos como enemigos. En lugar de hacerlo, se acercó a The Washington Post y The New York Times. Cuando esos periódicos rechazaron su propuesta, envió el material de forma anónima a WikiLeaks.
Manning, de baja estatura y menudo, le explicó al tribunal militar el conflicto emocional que experimentó al comparar lo que él sabía de la guerra con la versión oficial. Dijo que se sintió profundamente perturbado cuando vio un video filmado desde un helicóptero Apache, cuando este y otros helicópteros realizaban un ataque contra civiles en Bagdad en 2007. Sintió repulsión por las bromas que hacían los atacantes mientras mataban y herían a aterrorizados seres humanos, incluyendo niños, como si practicaran un deporte. Entre los muertos figuraba el foto-periodista de Reuters Namir Noor-Eideen y su chofer, Saeed Chmagh. Reuters había solicitado varias veces que le permitieran ver el video, y el ejército se había negado repetidamente a mostrarlo.
El video del "asesinato colateral"
"Sentí que estábamos arriesgando demasiado por gente que parecía carecer de voluntad para cooperar con nosotros, generando la frustración y la ira en ambos lados", dijo Manning. "Comencé a sentirme deprimido con la situación en la que nos encontrábamos atrapados año tras año. Los SigActs (reportes de actos significativos del Ejército) documentaron esto en detalle y proveen un contexto de lo que estamos viendo en el terreno.Queda la certeza que, con esta declaración sin acuerdo previo (en inglés, naked plea), Manning será condenado a cumplir una larga sentencia de quizás 20 años. La jueza, coronel Denise Lind, quien determinará la sentencia de Manning, le advirtió que el gobierno puede usar su declaración para basar el caso por los cargos más graves. Manning enfrenta una condena de 90 años si es hallado culpable del cargo de espionaje, y de cadena perpetua si lo hallaran culpable de ayudar al enemigo. Los fiscales militares han dejado claro que quieren sangre. Dijeron que llamarán a 141 testigos, incluyendo 15 que sostendrán que Manning perjudicó los intereses nacionales; 33 testigos que, según dice el gobierno, se referirán a temas tan secretos que las sesiones del tribunal serán a puerta cerrada. Cuatro testigos -incluyendo según parece un oficial de la marina (Navy Seal) involucrado en la redada contra bin Laden, dará testimonio de forma anónima. El mayor del ejército Ashden Fein, quién es el fiscal principal, dijo ante el tribunal que los testigos del gobierno se referirán a temas como "heridas y muerte de individuos" que ocurrieron como consecuencia de las revelaciones de WikiLeaks y a cómo " se incrementó la capacidad del enemigo en ciertos países". El gobierno no ha permitido que el equipo de abogados defensores de Manning entreviste a algunos testigos antes del juicio.
"Al tratar de implementar operaciones de contraterrorismo, CT, y contrainsurgencia, COIN, adquirimos una obsesión con la captura y la muerte de los blancos de ataque humanos que figuran en las listas y empezamos a tener recelo de las naciones asociadas y evitamos cooperar con ellas, ignorando los efectos de segundo y tercer orden derivados del cumplimiento de objetivos y misiones de corto plazo. Creo que si el público en general, especialmente de EE.UU., tuviera acceso a la información contenida en las tablas CIDNE-I y CIDNE-A [una referencia a la información militar] esto podría despertar un debate interno sobre el rol de los militares y de nuestra política extranjera en general al igual que en la relacionada con Irak y Afganistán.
"También creo que el análisis detallado de la información en un largo periodo por diferentes sectores sociales podría ser la causa de que la sociedad reevalúe la necesidad e incluso el deseo de involucrarse en operaciones de contrainsurgencia que dejen de lado las dinámicas complejas de la gente que vive en las áreas afectadas.
Cuando Robert Gates fue Secretario de Defensa dijo que una evaluación del Departamento de Defensa determinó que la publicación de los Registros de la guerra de Irak y del Diario de la guerra en Afganistán "no habían revelado ninguna fuente ni ningún método de inteligencia de alto nivel". En el juicio, sin embargo, el gobierno debe probar solo que la "filtración podría ser potencialmente perjudicial para EE.UU." y necesita solo proveer "prueba independiente de, al menos, daño potencial a la seguridad nacional", escribe el profesor de leyes Geoffrey Stone.
Las evaluaciones del gobierno determinaron que la filtración de cables diplomáticos del Departamento de Estado causaron solo "daños limitados a los intereses de EE.UU. en el exterior, a pesar de las afirmaciones del gobierno de Obama diciendo lo contrario", según Reuters. "Nos dijeron que el impacto [de las revelaciones de WikiLeaks] causaron vergüenza pero no daños", le dijo a Reuters un funcionario del Congreso, que recibió un reporte del Departamento de Estado,. "El gobierno de Obama se sintió obligado a decir públicamente que las revelaciones habían causado un daño grave a los intereses de EE.UU. para reforzar los esfuerzos legales que respaldaran el cierre del sitio web de WikiLeaks y para presentar cargos contra los denunciantes", agregó el funcionario. Los fiscales, fortaleciendo aún más el caso, lograron impedir que los abogados de Manning presentaran evidencia sobre la ausencia real de daños causados a los intereses de EE.UU. por las revelaciones.
Manning hizo lo que cualquier persona de conciencia hubiera hecho. Frente al tribunal demostró compostura, inteligencia y dignidad -algo notorio teniendo en cuenta el abuso prolongado que sufrió durante los mil días adentro del sistema de prisión militar. Y justamente es por ello que el gobierno le teme. EE.UU. todavía produce héroes, algunos visten uniforme. Pero ahora los encierran en la cárcel.
El tribunal militar no ha distribuido una copia oficial de la declaración de Bradley Manning. Gracias a Alexa O'Brien por proveer una transcripción.
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