Los investigadores trabajaron con jóvenes que tenían un talento especial para los idiomas. Ellos lograron hablar fluidamente el árabe o ruso tras 13 meses de estudio y sin tener ningún conocimiento previo. Estas personas eran parte de la Academia de Interpretación de las Fuerzas Armadas de Suecia y recibieron el curso de mañana a noche, los siete días a la semana.
Martensson registró su actividad cerebral usando equipos de resonancia magnética funcional cada tres meses, antes y después de una jornada de estudio. El psicólogo notó que varias partes del cerebro comenzaron a desarrollarse gracias al estudio de los idiomas. El hipocampo, que está relacionado con el aprendizaje de nueva información, y tres áreas de la corteza cerebral involucradas en el estudio de los idiomas crecieron en tamaño.
Además el giro frontal medial, una parte de la corteza motora, se desarrolló mucho en los voluntarios que necesitaban esforzarse más para aprender. Martensson concluyó que las partes del cerebro que crecieron son las que se asocian a la facilidad para aprender un lenguaje. También encontró que el desempeño de los participantes se asocia con diferencias en los cambios cerebrales.
En vista de los resultados, Martensson afirma que "hay evidencia que sugiere que aprender idiomas es una buena manera de mantener al cerebro en forma".
No hay comentarios:
Publicar un comentario