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Miles de personas congregadas en el centro del municipio Sa'ir para el funeral de Arafat Jaradat.
La amenaza de colapso de la Autoridad Palestina fuerza a Netanyahu, que humilló a Abbas y a su gente tan a menudo como le fue posible, a tratar de aplacarlos. 

A principios de esta semana, cuando los disturbios palestinos amenazaron con desbocarse, sobre todo ante la amenaza de muerte de uno de los presos en huelga de hambre, ¿qué hizo Netanyahu? Transigió. El domingo anunció que entregará los impuestos aduaneros de enero a la Autoridad Palestina, impuestos que retuvo para castigar a Mahmoud Abbas por lograr el pasado noviembre el reconocimiento de un Estado palestino en la ONU.

Los palestinos lanzan piedras y cócteles molotov a los soldados israelíes, las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina no hacen nada para detenerlos ¡Y Bibi Netanyahu inmediatamente los recompensa con un centenar de millones de dólares! (Así es como lo habría calificado el propio Netanyahu si otro primer ministro hubiera hecho lo que acaba de hacer él).

¿Qué está pasando aquí? Respuesta: Netanyahu tiene miedo. A lo que más miedo tiene es a que se derrumbe la Autoridad Palestina, o a su efectivo colapso, lo que significaría que dejaría de desempeñar el papel de colaborador de Israel en el mantenimiento de un férreo control de la rebelión palestina, y con ello forzaría a las tropas israelíes a volver a las ciudades, pueblos y campos de refugiados de Cisjordania y a hacer todo el trabajo sucio ellos mismos, como lo hacían antes de los Acuerdos de Oslo.

Esa es la pesadilla israelí, o al menos la pesadilla de los israelíes a quienes pagan por supervisar la Ribera Occidental. Si la Autoridad Palestina deja de vigilar a los palestinos y el ejército israelí y la policía de fronteras ocupan su lugar, esto no sólo requerirá decenas de miles de israelíes, incluidos reservistas, para ir a devolver a los palestinos a sus jaulas y mantenerlos allí, sino que además significaría un regreso a las pantallas de televisión del mundo, las escenas de los David contra Goliat de la primera Intifada de hace 25 años. Esto no sólo significaría muertos y heridos israelíes, sino además un número mucho mayor de víctimas palestinas. Si en tal situación los palestinos arrojasen piedras y cócteles molotov contra la potencia de fuego de Israel, y sobre todo si esto llegara a suceder en un momento de rechazo derechista a Netanyahu, sería un desastre para Israel y el camino de los palestinos hacia la victoria.

Puede que no ocurra, pero es la dirección que siguen los acontecimientos. En las últimas semanas, por primera vez desde que Abbas asumió el poder en 2004, la Autoridad Palestina no ha hecho su trabajo sobre el terreno todo lo bien que deben hacerlo los buenos colaboradores. Netanyahu, al parecer, está a punto de matar a la gallina de los huevos de oro castigando económicamente a la Autoridad Palestina, destrozándola políticamente con los años de expansión de los asentamientos y la indiferencia diplomática. Con la huelga de hambre de los presos políticos como faro de la opinión pública palestina, Abbas y su gente han hecho suya la causa, con los jefes de seguridad de la AP presuntamente promoviendo la huelga tras la escena. Mientras tanto han dejado que los manifestantes en las calles arrojen todas las piedras y bombas incendiarias que quieran.

Todos saben que las cosas pueden irse de las manos y que las fuerzas de la AP no puedan controlar los acontecimientos aunque quieran, y Abbas y su gente continúan con su conducta. Están tratando de domar al potro, pero saben que podría arrojarlos fuera. ¿Qué opción tienen? ¿Qué decisión les ha dejado Israel? ¿Qué incentivo les ha dado Israel para mantener la represión sin darles siquiera la seguridad de que cobrarán sus sueldos? ¿Por qué no habrían de volver a la buena voluntad de sus hermanos movilizados antes de que sea demasiado tarde?

Así Netanyahu, quien hasta ahora no perdió oportunidad de humillar a Abbas, está obligado a apaciguarlo. El equilibrio de poder ha cambiado. Aunque no del todo. Sospecho que el funeral del prisionero Arafat Jaradat, ocurrido ayer, al que asistieron 25.000 personas, transcurrió sin incidentes debido a que la AP así lo quería, ya que no está listo todavía para "entregar las llaves", como sigue amenazando Abbas. La Autoridad Palestina tiene cerca de 1.000 millones de dólares anuales de donantes extranjeros, uno de cada tres palestinos en la Ribera Occidental y Gaza depende de sus salarios, su policía, los tribunales y otras instituciones públicas que desarrollan la vida en la sociedad palestina. Si la Autoridad Palestina colapsa también sería una pesadilla para los palestinos. Pero obligando a que Israel controle nuevamente todos los rincones de la Ribera Occidental, arrojando al tejado el coste de la ocupación, el colapso de la Autoridad Palestina también podría ser la puerta de entrada de los palestinos a la libertad.

En cierto sentido ahora Abbas y Netanyahu están jugando a "Lanza al Pollo" (*) el ganador es el que muestra mayor audacia y se detiene justo antes de dejar caer a la Autoridad Palestina. Ambos pueden perder. La Autoridad Palestina puede caer por la demanda popular. Pero en este punto me gustaría dar la ventaja a Abbas porque tiene mucho menos que perder y se ve obligado por las masas de gente que es mucho más audaz que él. De todos modos, Abbas y los 2,5 millones de habitantes de Cisjordania tienen más poder frente a Israel de lo que han tenido en mucho tiempo. Están amenazando el poder que los controla.

El mérito es primero de los huelguistas de hambre, comenzando con Khader Adnan hace un año, y por supuesto de la ceguera de Israel nacida de la arrogancia. Sé que es posible, pero me resulta difícil imaginar a los palestinos retrocediendo a la pasividad y la desesperación y a la Autoridad Palestina volviendo a la obediencia, porque esta "resistencia popular", al menos hasta ahora, está funcionando.

Nota:

(*) Juego on line que consiste en ayudar al pollo a recorrer el corral lanzándole y ayudándole a aterrizar de manera segura. Instrucciones: utilizando el ratón, arrastra al pollo para aumentar su fuerza y lanzarle. Hay muchos sitios donde aterrizar. Algunos dan puntos, mientras que otros son peligrosos para él.