En el año de 1930 john Maynard Keynes predijo que, a final de siglo la tecnología se habría desarrollado suficiente en lugares como Gran Bretaña o Estados Unidos logrando jornadas laborales de 15 horas a la semana (3 horas por día). Hay suficientes razones para pensar que estaba en lo correcto, hay posibilidades de ello. Pero aún no ocurre.
En lugar de ello la tecnología es aplicada para hacernos trabajar cada vez más. Para lograrlo los trabajos creados son cada vez más insignificantes y repetitivos. Grandes cantidades de personas en Europa y Norte América (y México por supuesto) gastan su vida entera realizando tareas que, sin expresarlo, consideran inútiles. El daño derivado de ello es profundo, una cicatriz en nuestra alma colectiva.
¿Por qué Keynes prometio una utopía -aún esperada en los años 60`s- que nunca se materializó? La respuesta más común es que no consideró el masivo incremento del consumismo. Dando la opción de trabajar menos horas o bien, comprar más juguetes y satisfactores, colectivamente se eligió la segunda opción. En efecto, somos testigos de la creación de un sin fin de nuevos empleos e industrias desde los años 20′s, pero pocos son los que ofrecen algo más significativo que repartir pizzas, trabajar en maquiladoras o contestar teléfonos.
¿Pero qué son exactamente estos empleos exactamente? Estudios recientes comparan el empleo en lugares como EU entre 1910 y 2000. En ese lapso los trabajadores domesticos, en la industria y la agricultura han descendido considerablemente. Al mismo tiempo los servicios crecieron y fueron de un 25% hasta un 75% de los empleos. De ello puede deducirse que los sectores productivos fueron ampliamente automatizados.
Pero en lugar de permitir la masiva reducción de la jornada de trabajo para dejar a la población del mundo dedicarse a sus propios proyectos, placeres e ideas se ha propiciado un crecimiento en el sector administrativo incluyendo la creación de un conjunto de industrias como los servicios financieros o telemarketing, la expansión de los corporativos de abogados, negocios relacionados con la salud y educación, recursos humanos y relaciones públicas. Pero también están aquellos empleos administrativos, técnicos o de seguridad sobre los que se apoyan estos, los de sus industrias auxiliares: limpieza de edificios, entrega de pizzas, contestar o hacer llamadas telefónicas; trabajos de bajos ingresos, repetitivos que sólo son tomados por personas que no obtienen uno mejor, pues los otros son ocupados por personas que están dispuestas a trabajar demasiado y están dispuestas a hacer soportar cosa por mantenerlos.
Esa es la razón de denominarlos trabajos de porquería.
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