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El consumo habitual de edulcorantes (endulzantes artificiales no calóricos) como el aspartamo, implican un grave riesgo para la salud, según los expertos. Detrás de muchos de estos dañinos productos está Monsanto, quien los comercializa. 

Para evitar los efectos negativos que el consumo regular de azúcar puede tener para la salud, o bien para ayudar a seguir una dieta hipocalórica en aquellas personas que quieren bajar de peso, a menudo dietistas y profesionales de la medicina aconsejan utilizar endulzantes artificiales, que contienen principalmente aspartamo.

Sin embargo, de acuerdo con cada vez más expertos, los riesgos de consumir estas sustancias artificiales pueden ser elevados, en algunos casos demasiado peligrosos.

Los peligros del aspartamo

El aspartamo es un endulzante artificial creado a partir del ácido aspártico. Cuando la temperatura de este endulzante excede los 30 grados centígrados, el metanol que contiene se convierte ácido fórmico, veneno que se usa para matar hormigas y que causa acidosis metabólica. El aspartamo es además especialmente peligroso en pacientes diabéticos, pues este ingrediente eleva los niveles de azúcar de la sangre hasta situarlos fuera de control.

Según Erik Millstone, profesor de la Unidad de Investigación sobre Políticas Científicas de la Universidad de Sussex, Gran Bretaña, existe una serie de informes que se vienen elaborando desde la década de 1980 que relacionan al aspartamo con más de 90 reacciones adversas en consumidores sensibles.

Entre dichas reacciones se incluyen dolores de cabeza, visión nublada, pérdida de sensibilidad y de oído, dolores musculares, ataques de tipo epiléptico, entumecimiento de las extremidades, síntomas parecidos a la esclerosis múltiple y al lupus, excitabilidad, disfunción hepática, pérdida de la memoria, conducta agresiva, convulsiones, daños visuales y degeneración neurológica mayor, cáncer cerebral o alzhéimer.

¿Por qué sigue siendo legal?

A mediados de la década de 1970 el laboratorio Searle descubrió por casualidad el aspartamo y trato de comercializarlo como endulzante. Searle no consiguió su aprobación por parte de la Agencia de Medicamentos y Alimentos (la FDA, por sus siglas en inglés) estadounidense debido a que algunos informes señalaron que "el aspartamo puede producir tumores cerebrales", lo cual fue confirmado en 1981 por un equipo de investigación de la agencia integrado por tres científicos independientes.

Más aún, pruebas realizadas en ratas mostraban que los cerebros de aquellas a las que se les suministraba aspartamo quedaban perforados en varios puntos, dejándolo literalmente como un colador. Pero en 1985 Monsanto compró la firma Searle, que pasó a ser su subsidiaria como Searle-Monsanto y poco después la licencia para vender fue concedida a la multinacional, que empezó a comercializar edulcorantes libremente en el mundo.

El aspartamo, no solo se usa para sustituir el azúcar sino que está presente asimismo en bebidas gaseosas 'light', gomas de mascar, alimentos secos y en muchos de los productos que se venden como "sin azúcar", por lo que hay un gran interés entre algunos de los gigantes de la alimentación para que este tipo de productos, a pesar de ser perjudiciales, se sigan consumiendo.