México debe salvaguardar la propiedad de su petróleo para beneficiar a la población y poner especial cuidado en los detalles de las leyes secundarias, porque
el diablo se encuentra ahí, en los detalles, precisamente en las reformas secundarias, afirmó Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001.
Además recomendó que la próxima reforma hacendaria se enfoque, antes que cualquier otro aspecto, en gravar impuestos a la contaminación, los monopolios y oligopolios, pues ahí existe una fuente importante de recursos. Señaló que las reformas que se promueven en México deben apuntar a la erradicación de los monopolios y oligopolios, reducir la enorme desigualdad y, en general, beneficiar a toda la población y no sólo a unos cuantos.
En una conferencia magistral auspiciada por Vector Casa de Bolsa, Stiglitz alertó sobre la resistencia de las grandes empresas petroleras a someterse a asumir compromisos, por lo que sugirió la adopción de seis preceptos que deberá contener la reforma petrolera. El primero es la transparencia en todas las etapas de la relación con contratos públicos, a lo que dirán que
no se puede, pero eso no es cierto.
Enlistó a la competencia como segundo precepto, a través de subastas competitivas y bien diseñadas; buenos contratos, con incentivos fuertes, pero que las comprometa también a asumir obligaciones como el cuidado del medio ambiente; que asuman compromisos de que los beneficios del petróleo y el gas serán compartidos, además de la estabilización de precios y la asunción de las políticas para contrarrestar la apreciación de la moneda.
Stiglitz sostuvo que México necesita tecnología para explotar sus recursos y dijo que
no hay razón para que Petrobras la tenga y México no. Apuntó que las reformas
bien implementadas pueden ser el espolón, la espuela para salir adelante.
El premio Nobel, quien disertó sobre diferentes aspectos de la crisis económica mundial, se refirió también a la reforma fiscal y planteó que los ingresos tributarios de México han dependido de las ganancias petroleras, de manera que es el país que tiene la relación más baja de retribuciones como proporción del producto entre los integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, en la conferencia magistral que ofreció ayer en la ciudad de MéxicoFoto Guillermo Sologuren
En un país donde 10 por ciento de la población de renta más alta tiene una diferencia de 26 veces respecto al estrato de menores ingresos, la reforma fiscal puede desempeñar un papel importante en disminuir esta desigualdad. Es cierto que el gobierno va a necesitar dinero, pero en este país hay muchos monopolios y oligopolios e imponerles gravámenes implica por lo mismo un alto potencial recaudatorio.
Lo paradójico, planteó el economista, es que si bien México es el país de más baja recaudación de la OCDE, aplica tasas impositivas no tan bajas, y refirió que
el incumplimiento en el pago de impuestos es impresionantemente bajo, por lo que la reforma fiscal deberá atender ese problema.
El ex economista en jefe del Banco Mundial sostuvo que México ha estado beneficiándose de su creciente competitividad en medio de una crisis global iniciada en 2008, que continúa hasta ahora y a la que equiparó con la gran depresión, y destacó que aunque su evolución es positiva, no está exenta de riesgos.
La agenda de reformas es impresionante. México ha puesto su futuro en sus propias manos y es muy emocionante estar aquí, en este momento en México, planteó. Pero también advirtió que la reactivación de la actividad económica en Estados Unidos no es exactamente lo que se anuncia. Por lo pronto, precisó que
el engaño de la recuperación norteamericana ha provocado una fuga de divisas de los países emergentes. No estamos en una recuperación importante.
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