La lucha contra la grasa saturada puede haber sido el mayor error en la historia de la nutrición. La reducción del consumo de grasa animal y colesterol ha disparado la cantidad de muchas enfermedades graves, según el portal 'Authority Nutrition'.
Estudios realizados en las últimas décadas aportan pruebas concluyentes de que ni las grasas saturadas ni el colesterol dietético causan daños en los seres humanos. El portal 'Authority Nutrition' presenta 6 grafícos con los que pretende demostrar lo perjudicial que ha sido aconsejar a las personas que reduzcan el consumo de grasa animal.

1. Más grasa, menos enfermedades 

¿Alguna vez han oído hablar de 'la paradoja francesa'? Es una frase que se utiliza para describir el hecho aparentemente 'paradójico' de que los franceses tienen un bajo riesgo de contraer enfermedades del corazón, pese a que entre ellos predomina una dieta alta en grasassaturadas.


En este gráfico desarrollado por el doctor sueco Andreas Eenfeldt se aborda la paradoja europea, donde no se percibe que exista una correlación entre el consumo de grasas saturadas y las muertes por enfermedades del corazón en diferentes países de Europa.

Resulta que los países que comen más grasas saturadas tienen un menor riesgo de morir por enfermedades del corazón. La razón de esto sería sencilla: las grasas saturadas no tienen nada que ver con las enfermedades cardiovasculares. No sería una paradoja, sino simplemente un mito, afirma el portal.

2. Dieta baja en grasa y la epidemia de obesidad

En 1977 se recomendó a todos los estadounidenses la dieta baja en grasas. Paradójicamente, fue entonces cuando empezó la epidemia de obesidad.
Aunque este gráfico, desarrollado por el Centro Nacional para Estadísticas de Salud de EE.UU. no prueba nada (correlación no corresponde a causalidad), sí que tiene sentido, porque la gente empezó a abandonar los alimentos tradicionales como la mantequilla para reemplazarlos por alimentos procesados bajos en grasa, pero con alto contenido de azúcar.

Desde entonces, se han llevado a cabo muchos estudios a gran escala sobre la dieta baja en grasa que muestran claramente que este tipo de dieta no ayuda a perder el peso y que tienen un efecto nulo en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares a largo plazo. A pesar de los malos resultados de los estudios, esta dieta sigue siendo recomendada por las organizaciones de nutrición en todo el mundo.

3. Dietas altas en grasas, más pérdida de peso

Si la grasa animal es tan dañina como dicen, entonces las dietas que contienen una gran cantidad de ella deben engordar y afectar la salud. Sin embargo, el estudio publicado en la revista 'The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism' en 2003 no apoya esta hipótesis.
El gráfico mostró que las mujeres que consumen una dieta baja en hidratos de carbono pero alta en grasas perdieron más del doble de peso que las mujeres que seguían una dieta restringida en calorías baja en grasa. La verdad es que las dietas con alto contenido graso (pero bajas en hidratos de carbono) conducen sistemáticamente a resultados mucho mejores que las dietas altas en hidratos de carbono y bajas en grasas, según 'Authority Nutrition' .

Además, no solo ayudan a perder peso, sino que también dan lugar a grandes mejoras para reducir los principales factores de riesgo de padecer enfermedades como las de tipo cardiovascular y la diabetes.

4. Grasas añadidas

En el siglo XX varias enfermedades graves se volvieron comunes. La epidemia de las enfermedades cardiovasculares comenzó alrededor de 1930, la de obesidad en 1980 y la de la diabetes alrededor de 1990. A pesar de que estas enfermedades eran casi desconocidas antes, ahora se han convertido en los principales problemas de salud en el mundo, costando la vida a millones de personas anualmente.
Es evidente, a juzgar por el gráfico elaborado por el nutricionista Stephan Guyenet, que estas enfermedades se han disparado una vez que las grasas animales han sido sustituidas por manteca, margarina y aceites vegetales procesados.

5. Inicio de la pandemia de obesidad 

Algunas personas todavía culpan a los alimentos tradicionales como la carne y la mantequilla de las enfermedades de la civilización, pese a que estos alimentos han proporcionado a los seres humanos buena salud desde hace mucho tiempo y culparlos de enfermedades nuevas no tiene sentido, conjetura el portal.
Este gráfico, del Estudio de Salud de las Enfermeras, muestra que mientras los estadounidenses reducían su ingesta de carne roja y de productos lácteos altos en grasa, iba creciendo la epidemia de obesidad.

6. Mantequilla vs. Margarina

Antes, cuando todo el mundo empezó a señalar con el dedo a las grasas saturadas como causa de enfermedades del corazón, empezó a ser demonizada la mantequilla y otros productos lácteos altos en grasa. Nutricionistas de todo el mundo aconsejaban a la gente reemplazar la mantequilla con la margarina, que era baja en grasas saturadas, pero alta en grasas artificiales.
Esto, no obstante, llevó a un resultado opuesto. Mientras que la grasa saturada es inofensiva, frente a las grasas artificiales.

En el gráfico, basado en el Estudio del Corazón de Framingham, se puede ver cómo el riesgo de enfermedades del corazón aumenta a medida que la gente come menos mantequilla y más margarina.