Un análisis genético ha revelado que el genoma de coníferas como el abeto, el pino y la picea ha permanecido casi inalterado durante más de 100 millones de años. Esta notable estabilidad genómica explica la semejanza entre las coníferas actuales y los fósiles de las que vivían en tiempos de los dinosaurios.
El equipo de investigadores del Servicio Forestal Canadiense y la Universidad Laval también en Canadá, llegó a esta conclusión después de analizar genomas de coníferas y compararlos con los de plantas con flores. Ambos grupos de plantas se bifurcaron evolutivamente a partir de un ancestro común hace unos 300 millones de años.
Jean Bousquet, Nathalie Pavy, Betty Pelgas, Jérome Laroche, Philippe Rigault, y Nathalie Isabel compararon la macroestructura genómica en 157 familias de genes presentes tanto en coníferas como en plantas con flores. Los investigadores observaron que los genomas de las coníferas han permanecido particularmente estables durante al menos 100 millones de años, mientras que los de las plantas con flores han sufrido grandes cambios en ese mismo período. Eso no quiere decir que no haya habido modificaciones a pequeña escala, como por ejemplo mutaciones genéticas, tal como matiza Bousquet. Sin embargo, la macroestructura en los genomas de las coníferas ha permanecido notablemente estable a lo largo del tiempo.
Esta gran estabilidad va de la mano con la baja tasa de especiación de las coníferas. Hoy en día sólo existen en el mundo 600 especies de coníferas, mientras que hay más de 400.000 especies de plantas con flores. Las coníferas parece que alcanzaron un equilibrio con su entorno en una época muy temprana de su historia evolutiva, tal como apunta Bousquet. Hoy en día, las coníferas prosperan en gran parte del mundo, especialmente en climas fríos. Por el contrario, las plantas con flores se encuentran bajo una intensa presión evolutiva ya que batallan por su supervivencia y reproducción.
El equipo de investigadores del Servicio Forestal Canadiense y la Universidad Laval también en Canadá, llegó a esta conclusión después de analizar genomas de coníferas y compararlos con los de plantas con flores. Ambos grupos de plantas se bifurcaron evolutivamente a partir de un ancestro común hace unos 300 millones de años.
Jean Bousquet, Nathalie Pavy, Betty Pelgas, Jérome Laroche, Philippe Rigault, y Nathalie Isabel compararon la macroestructura genómica en 157 familias de genes presentes tanto en coníferas como en plantas con flores. Los investigadores observaron que los genomas de las coníferas han permanecido particularmente estables durante al menos 100 millones de años, mientras que los de las plantas con flores han sufrido grandes cambios en ese mismo período. Eso no quiere decir que no haya habido modificaciones a pequeña escala, como por ejemplo mutaciones genéticas, tal como matiza Bousquet. Sin embargo, la macroestructura en los genomas de las coníferas ha permanecido notablemente estable a lo largo del tiempo.
Esta gran estabilidad va de la mano con la baja tasa de especiación de las coníferas. Hoy en día sólo existen en el mundo 600 especies de coníferas, mientras que hay más de 400.000 especies de plantas con flores. Las coníferas parece que alcanzaron un equilibrio con su entorno en una época muy temprana de su historia evolutiva, tal como apunta Bousquet. Hoy en día, las coníferas prosperan en gran parte del mundo, especialmente en climas fríos. Por el contrario, las plantas con flores se encuentran bajo una intensa presión evolutiva ya que batallan por su supervivencia y reproducción.
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