En el post anterior sobre lo "oculto" en psicoterapia se discutía cómo las "creencias fundacionales" son elementos que, de manera implícita, actúan ejerciendo una influencia en la práctica de la psicoterapia. Tales creencias estaban muy ligadas a los presupuestos y asunciones básicas de las diferentes escuelas de psicoterapia. Pero hay más elementos que, sin ser explícitos, condicionan la forma en que una intervención se lleva a cabo. Se trata de aspectos como la personalidad del terapeuta y otros que tienen que ver con su forma de entender al ser humano, sus actitudes y creencias, o sus ideas sobre cómo ha de desarrollarse una sesión de psicoterapia, por ejemplo, en cuanto a sus objetivos o el papel de cada cual en ella. Estos últimos elementos se han dado en llamar la orientación o "estilo epistémico" del terapeuta, etiqueta que hace referencia a sus creencias sobre el conocimiento psicológico.
En este sentido, la personalidad y el estilo epistemológico del terapeuta llegan a ser importantes condicionantes a la hora de elegir un modelo teórico concreto desde el que ejercer la actividad clínica. Así lo pone de manifiesto Arthur (2001) en su artículo publicado en el European Journal of Psychotherapy and Counselling. Tras realizar una revisión de la literatura existente, este autor llegó a la conclusión de que efectivamente el modelo elegido por el terapeuta se halla en estrecha correspondencia con sus rasgos de personalidad y con su estilo epistemológico. Existen, claramente, también otras influencias en esta decisión, como la exposición a un modelo teórico u otro durante el periodo formativo, las supervisiones recibidas, la orientación de los colegas, el tipo de pacientes que se atiende, y otros factores socioeconómicos que juegan un papel muy importante en la orientación teórico-práctica del terapeuta; pero son numerosos los estudios apuntan a los rasgos de personalidad y a la perspectiva epistemología del terapeuta como los mayores determinantes en la elección de un modelo de psicoterapia. Como sostienen Vasco et al. (1993):
Parece además que los rasgos de las distintas orientaciones psicoterapéuticas encajarían, a su vez, mejor o peor con rasgos del propio terapeuta. Por ejemplo, en un trabajo de investigación realizado sobre el tema, Gizem Aksoy (2005) ha analizado la idea de la correspondencia entre orientación psicoterapéutica y estilo personal del psicoterapeuta para el caso del modelo constructivista. Este autor comprueba empíricamente que la búsqueda de la auto-conciencia, la atención a las emociones, la tolerancia a la ambigüedad, la tolerancia social y la apertura a la experiencia serían rasgos de los psicoterapeutas de esta orientación.
Incluso, se podría llevar a cabo una correspondencia entre las premisas del enfoque constructivista y tales rasgos del terapeuta, tal y como se recoge en la tabla adjunta.
En suma, a las "creencias fundacionales" hay que sumar otros dos factores que condicionan el modo en que una psicoterapia va a transcurrir: la personalidad y el estilo epistémico. En este caso, afectan a la elección del modelo teórico desde el cual el terapeuta va a intervenir. Como ocurría en el caso de las "creencias fundacionales", tampoco debe entenderse que estos dos nuevos aspectos van a influir "negativamente". No tiene por qué ser así, y de hecho, tener una determinada personalidad o compartir los presupuestos epistemológicos de una determinada escuela puede incluso favorecer la acción terapéutica, siendo más fluido o cómodo seguir un guión de psicoterapia con el que experimentamos afinidad. El riesgo, de nuevo, es no ser conscientes de que tales influencias están operando sutilmente y de manera inevitable, lo que puede hacer que pasen desapercibidas ante la reflexión crítica.
En este sentido, la personalidad y el estilo epistemológico del terapeuta llegan a ser importantes condicionantes a la hora de elegir un modelo teórico concreto desde el que ejercer la actividad clínica. Así lo pone de manifiesto Arthur (2001) en su artículo publicado en el European Journal of Psychotherapy and Counselling. Tras realizar una revisión de la literatura existente, este autor llegó a la conclusión de que efectivamente el modelo elegido por el terapeuta se halla en estrecha correspondencia con sus rasgos de personalidad y con su estilo epistemológico. Existen, claramente, también otras influencias en esta decisión, como la exposición a un modelo teórico u otro durante el periodo formativo, las supervisiones recibidas, la orientación de los colegas, el tipo de pacientes que se atiende, y otros factores socioeconómicos que juegan un papel muy importante en la orientación teórico-práctica del terapeuta; pero son numerosos los estudios apuntan a los rasgos de personalidad y a la perspectiva epistemología del terapeuta como los mayores determinantes en la elección de un modelo de psicoterapia. Como sostienen Vasco et al. (1993):
Parece además que los rasgos de las distintas orientaciones psicoterapéuticas encajarían, a su vez, mejor o peor con rasgos del propio terapeuta. Por ejemplo, en un trabajo de investigación realizado sobre el tema, Gizem Aksoy (2005) ha analizado la idea de la correspondencia entre orientación psicoterapéutica y estilo personal del psicoterapeuta para el caso del modelo constructivista. Este autor comprueba empíricamente que la búsqueda de la auto-conciencia, la atención a las emociones, la tolerancia a la ambigüedad, la tolerancia social y la apertura a la experiencia serían rasgos de los psicoterapeutas de esta orientación.
Incluso, se podría llevar a cabo una correspondencia entre las premisas del enfoque constructivista y tales rasgos del terapeuta, tal y como se recoge en la tabla adjunta.
En suma, a las "creencias fundacionales" hay que sumar otros dos factores que condicionan el modo en que una psicoterapia va a transcurrir: la personalidad y el estilo epistémico. En este caso, afectan a la elección del modelo teórico desde el cual el terapeuta va a intervenir. Como ocurría en el caso de las "creencias fundacionales", tampoco debe entenderse que estos dos nuevos aspectos van a influir "negativamente". No tiene por qué ser así, y de hecho, tener una determinada personalidad o compartir los presupuestos epistemológicos de una determinada escuela puede incluso favorecer la acción terapéutica, siendo más fluido o cómodo seguir un guión de psicoterapia con el que experimentamos afinidad. El riesgo, de nuevo, es no ser conscientes de que tales influencias están operando sutilmente y de manera inevitable, lo que puede hacer que pasen desapercibidas ante la reflexión crítica.
Referencias:
Aksoy, G. (2005) Epistemology and psychotherapists: clarifying the link among epistemic style, experience, and therapist characteristics. MSc Thesis presented to the Graduate School of the University of Florida. Texto completo.
Arthur, A. (2001). Personality,epistemology and psychotherapists' choice of theoretical model: a review and analysis European Journal of Psychotherapy & Counselling, 4 (1), 45-64 DOI: 10.1080/13642530110040082. Texto completo.
Vasco, A., Garcia-Marques, L., & Dryden, W. (1993). "Psychotherapist Know Thyself!": Dissonance Between Metatheoretical and Personal Values in Psychotherapists of Different Theoretical Orientations Psychotherapy Research, 3 (3), 181-207 DOI:10.1080/10503309312331333779 Texto completo.
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