Te propongo una cosa.
Esta noche, en la penumbra e intimidad de tu habitación, acomódate, relájate al máximo y toma conciencia de ti mismo/a. De quién eres, de tu energía, de tu cuerpo, con todas tus maravillas e imperfecciones. Y después piensa en otras personas que conozcas, a las que amas, y toma conciencia de quiénes son, de su energía, de sus cuerpos. Y en ese proceso te encontrarás con un increíble mural de colores, de almas cada una con su tonalidad, su autenticidad, sus deseos y terrores más profundos.
Cada persona es un mundo, dice la gente, un verdadero Universo diría yo.
Es algo natural y lógico.
Bien, pues si así es, ¿por qué de un tiempo a esta parte nos empeñamos en demostrar al mundo que somos diferentes?
La trampa de la diferencia
Hay una auténtica obsesión por ser diferente, intentando a toda costa destacar y llamar la atención para gritar desesperadamente que no somos como el resto...
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