La decisión de conceder el Nobel de la Paz 2012 a la Unión Europea desató controversia rápidamente.
Frente de la medalla del Premio Nobel de la Paz.
Aunque la mayoría de los representantes de las instituciones y de los miembros de los gobiernos europeos expresaron su deleite, otros criticaron decisiones anteriores por motivaciones excesivamente políticas.
El euroescéptico presidente checo Vaclav Klaus, se apresuró a decir que dar el premio a una institución burocrática, en lugar de a una persona, es un error trágico, según el medio checo CTK news.
"Es cuestionable si la UE contribuye hoy a cualquier construcción de la paz", dijo Kristoffer Bernett-Cargill de la organización Sueca de paz, SPAS, informó German D-Radio.
Alfred Nobel el inventor sueco escribió en su testamento en 1895, sobre el que se estableció más tarde el premio Nobel, que el premio de la paz debe ser otorgado a aquellos "que han realizado la mayor o el mejor trabajo por la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y la celebración y promoción de congresos por la paz".
Honrar a la UE con el Nobel de este año genera su cuota de comentarios cínicos, pero no es en absoluto la única elección polémica que el Comité Nobel ha hecho.
Estos son los cinco premios Nobel de la Paz más controvertidos que fueron entregados.
1. Henry A. Kissinger y Le Duc Tho (1973)
Lec Duc Tho y Henry Kissinger en París, 1973.
Henry Kissinger asesor de cuatro presidentes y secretarios de Estado de las administraciones de Richard Nixon y Gerald Ford fue muy influyente en la conformación de la política exterior de EE.UU. durante décadas, incluyendo la Guerra de Vietnam.
El Comité Nobel le otorgó el premio por su papel en el acuerdo de paz de 1973 en París con Vietnam del Norte. El acuerdo dio lugar a un alto al fuego y la retirada dos años después de las tropas de Estados Unidos.
Lec Duc Tho, miembro del Polítburó y negociador del régimen de Vietnam del Norte, rechazo el premio. En 1975 lideró los intentos por derrocar al gobierno de Vietnam del Sur, por lo que el acuerdo de paz se hizo obsoleto.
En el momento de la entrega del premio, aún no había entrado en vigor el alto al fuego. Además, el premio fue polémico y mal recibido por el público debido a la agresión externa de Kissinger de la guerra de Vietnam y su influencia en otros conflictos armados en todo el mundo. Las voces del movimiento contra la guerra vieron como una afrenta la entrega del premio de la paz a aquellos que veían responsables del conflicto.
Dos miembros del comité Nobel renunciaron en protesta por la polémica. Kissinger dijo que estaba demasiado ocupado para venir personalmente a Oslo para recoger el premio, y luego trató de devolverlo.
2. Carl von Ossietzky (1935)
Carl von Ossietzky, un pacifista y periodista, fue un feroz crítico del rearme y del extremismo político en Alemania en la década de 1930. Un mes después de que Adolf Hitler llegó al poder, fue enviado a un campo de concentración. Fue galardonado con el premio mientras estaba en prisión. La selección de von Ossietzky causó una división dentro del Comité Nobel, con Noruega por temor a ser visto como una interferencia en los asuntos internos alemanes. Haakon, rey Noruego no asistió a la ceremonia de premiación. Hitler se enojó en gran medida por la decisión y emitió un decreto que prohibía a cualquier alemán recibir un premio Nobel.
Von Ossietzky, quien no pudo recoger el premio por sí mismo, pronto murió a consecuencia de la tortura prolongada. Esto marcó la primera vez que una persona que trabaja en oposición a su propio gobierno, es galardonado con el Nobel de la Paz. Aunque fue muy controvertido en ese momento, el premio es considerado hoy día como uno de los más exitosos.
3. Sin premio (1948)
El año en que Mahatma Gandhi, líder de la lucha de la independencia pacífica de la India falleció, el comité del Nobel de la Paz no entregó premio, ya que "ningún candidato vivo era adecuado". Los estatutos de la época no permitían que el premio se otorgara a título póstumo. Aunque Gandhi fue nominado cinco veces para el premio, incluso unos días antes de su asesinato, nunca fue galardonado.
Hasta 1960, sólo blancos, europeos y estadounidenses, en su mayoría políticos o trabajadores de ayuda humanitaria habían recibido el prestigioso honor.
4. Yasser Arafat, Shimon Peres y Yitzhak Rabin (1994)
El líder palestino Yasser Arafat, el primer ministro israelí Yitzhak Rabin y el ministro de Relaciones Exteriores Shimon Peres, fueron galardonados "por sus esfuerzos para crear paz en el Oriente Medio". El premio fue otorgado en apoyo de los Acuerdos de Paz de Oslo, que por primera vez estableció el reconocimiento mutuo entre el Estado de Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (PLO), un tratado que los tres firmaron un año antes. Las negociaciones de Oslo representaron un giro significativo para Arafat, que habia llevado a su PLO en una campaña de terrorismo por la independencia contra Israel. En 1993, Arafat denunció públicamente el terrorismo, sin embargo, seguía siendo una elección muy polémica para el premio. Kaare Kristiansen, miembro del comité Nobel noruego renunció disgustado por la decisión.
5. Muhammad Yunus y el Banco Grameen (2006)
El economista de Bangladesh fue galardonado por sus "esfuerzos a través de microcréditos para incentivar un desarrollo económico y social desde abajo", según el comité Nobel Muhammad Yunus fundó el Banco Grameen para proporcionar pequeños préstamos de bajo crédito a los pobres, en su mayoría mujeres, que no calificaban para un préstamo bancario regular. El Banco Central de Bangladesh retiro a Yunus de su cargo en 2011, a raíz de una investigación sobre la desaprobación de fondos. Los críticos también señalan que la falta de regulación del banco, resultó en que las mujeres profundizaran sus deudas.
Otro Premio Polemico:
Barrak Obama (2009)
Las esperanzas y perspectivas para la paz no estaban bien fundadas ni de lejos. La tarea consiste en afinarlas. Presumiblemente fuera ése el intento de la comisión del Premio Nobel de la Paz al elegir al presidente Barack Obama. El premio “parecía una suerte de plegaria e impulso de la comisión del Nobel a un liderazgo estadounidense más consensuado”, tal y como escribieron Steven Erlanger y Cerril Gay Stolberg en The New York Times. La naturaleza de la transición Bush-Obama radica directamente en la probabilidad de que las plegarias y los ánimos puedan implicar algún progreso.
Las preocupaciones de la comisión del Nobel eran válidas. Escogían la retórica de Obama en punto a la reducción del armamento nuclear. Precisamente ahora las pretensiones nucleares de Irán dominan los titulares. Las advertencias son que Irán puede estar ocultando algo a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) y violando la Resolución 1887 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el mes pasado y jaleada como una victoria de los esfuerzos de Obama por contener a Irán. Significativamente, el debate sigue sobre si la reciente decisión de Obama de reconfigurar los sistemas de defensa de misiles en Europa es una capitulación ante los rusos o un pragmático paso adelante en la defensa de Occidente ante un ataque nuclear iraní.
El silencio es a menudo más elocuente que el más atronador de los clamores, de modo que atendamos a aquello que permanece implícito.
En pleno furor sobre la doblez iraní, la IAEA aprobó una resolución en que exhortaba a Israel a suscribir el Tratado de no proliferación nuclear (NPT) y abrir sus instalaciones nucleares a su inspección. Los Estados Unidos y Europa intentaron bloquear la resolución, pero ésta salió adelante de todos modos. Los medios de comunicación obviaron en la práctica el acontecimiento. Los Estados Unidos aseguraron a Israel su apoyo al rechazo de la resolución, reiterando un acuerdo secreto que ha permitido a Israel mantener su arsenal nuclear a resguardo de las inspecciones internacionales, según funcionarios habituados a esos arreglos. De nuevo los medios de comunicación permanecieron en silencio.
Los funcionarios indios saludaron la Resolución 1887 de la ONU con el anuncio de que la India “puede construir ahora armas nucleares del mismo poder destructivo que los arsenales con mayor poder nuclear del mundo”, según informó Financial Times. Tanto la India como Pakistán están aumentando sus programas de armamento nuclear. Han estado por dos veces cerca de la guerra nuclear, y los problemas que a punto han estado de encender la catástrofe permanecen vivos en gran medida.
Obama saludó la Resolución 1887 de modo distinto. El día antes de que se le concediera el premio Nobel por su compromiso con el estímulo de la paz, el Pentágono anunciaba que estaba acelerando la distribución de las más letales armas no nucleares en su arsenal: 13 toneladas de bombas para bombarderos sigilosos B-2 y B-52, diseñadas para destruir búnkeres ocultos en profundidades y protegidos por 10.000 libras de hormigón. No es ningún secreto que esos cazadores de búnkeres podrían emplearse contra Irán. Los planes por tales “destructores de artillería masiva” empezaron en los años de Bush, pero languidecieron hasta que Obama hizo un llamamiento a desarrollarlos más rápidamente cuando llegó al poder.
Unánimemente aprobada, la Resolución 1887 exhorta a poner fin a las amenazas de fuerza y a la firma por todos los países del NPT, como hiciera Irán hace años. Quienes no lo han firmado son la India, Israel y Pakistán y todos ellos han desarrollado armas nucleares con la ayuda de los EEUU, violando el NPT. A diferencia de los Estados Unidos, Israel y la India (que ocupa brutalmente Cachemira), Irán no ha invadido a ningún otro país desde hace centenares de años. La amenaza de Irán es minúscula. Si tuviera armas nucleares y sistemas de transporte para utilizarlos, el país sería desintegrado. El analista estratégico Leonard Weiss apunta que creer que Irán vaya a utilizar armamento nuclear para atacar a Israel o a cualquier otro “es tanto como asumir que los líderes iraníes están locos” y que están deseando ser reducidos a “polvo radioactivo”, y añade que los submarinos portamisiles de Israel son “prácticamente impermeables a los ataques militares preventivos”, por no hablar del inmenso arsenal estadounidense.
En sus maniobras navales de julio, Israel envió sus submarinos Dolphin, capaces de transportar misiles nucleares al mar rojo a través del Canal de Suez, a veces acompañados de buques de guerra, a una posición desde donde podrían atacar a Irán, ya que tienen el “derecho de soberanía” para hacerlo, según el vicepresidente de los EEUU, Joe Biden.
No es la primera vez que se cubre con un velo de silencio lo que aparecería en titulares de portada en sociedades que valoraran su libertad y se preocuparan por el destino del mundo. El régimen iraní es duro y represivo y persona humana alguna quiere que Irán o cualquier otro disponga de armamento nuclear. Pero un mínimo de honestidad no haría daño al tratar estos problemas. Al Premio Nobel de la Paz, huelga decirlo, no le interesa sólo la reducción de la amenaza de una guerra nuclear terminal, sino más bien la guerra en general y la preparación para ésta. En lo tocante a esto, la selección de Obama produce sorpresa, no menor en Irán, rodeado de ejércitos de ocupación estadounidenses.
En las fronteras de Afganistán y Pakistán, Obama ha intensificado la guerra de Bush y es probable que prosiga ese camino, quizás con dureza. Obama ha dejado claro que los Estados Unidos proyectan a largo plazo un despliegue mayor en la región. Lo indica suficientemente esa enorme ciudad dentro de la ciudad llamada la embajada de Bagdad, distinta de cualquier otra embajada del mundo. Obama ha anunciado la construcción de macroembajadas en Islamabad y Kabul y consulados enormes en Peshawar y en todas partes.
Informes independientes sobre presupuestos y controles de seguridad para el ejecutivo sostienen que la demanda de la “administración de 538.000 millones de dólares para el Departamento de Defensa en el año fiscal 2010 y su acreditada intención de mantener un nivel alto de financiación en los próximos años colocan al presidente en el camino de gastar más en defensa, en dólares reales, que cualquier otro presidente en un solo mandato desde la Segunda Guerra Mundial”. “Y no se contabilizan los 130.000 millones adicionales que la administración ha solicitado para financiar las guerras de Iraq y Afganistán durante el próximo año, lo que supondrá un gasto militar previsto para los próximos años aun mayor.”
La comisión del Premio Nobel de la Paz bien podría haber elegido opciones verdaderamente dignas, entre las que destaca la excepcional activista afgana Malalai Joya. Esta valiente mujer sobrevivió a los rusos y después a los islamistas radicales, cuya brutalidad fue tan extrema que la población dio la bienvenida a los talibanes. Joya ha resistido también a los talibanes y ahora al retorno de los señores de la guerra bajo el gobierno de Karzai. Durante todo este tiempo, Joya ha trabajado concienzudamente por los derechos humanos, especialmente por los de las mujeres; ha sido elegida al parlamento y posteriormente expulsada por seguir denunciando las atrocidades de los señores de la guerra. Actualmente vive bajo gran protección, pero prosigue el combate, de palabra y de hecho. Mediante acciones así, repetidas en todas partes lo mejor que podamos, las expectativas de paz se acercan lentamente a las esperanzas.
Union Europea 2012
La noticia de que la Unión Europea (que se halla inmersa en medio de la crisis más prolongada de su historia) ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz se merece una carcajada, o muchas.
El gasto europeo en defensa está en sus niveles más bajos desde 1945 y continúa cayendo; no es la UE la que está manteniendo la paz en Europa sino la falta de un deseo de luchar contra otro.
En una muestra de ironía especialmente maravillosa, Noruega (hogar del Comité del Premio Nobel de la Paz y reconocida universalmente como uno de los lugares más pacíficos del mundo) ni siquiera pertenece a la UE. Y al menos en teoría, el premio es por las actividades realizadas durante el año anterior; no se trata de un galardón reconociendo los logros de toda una vida.
Lejos de alentar la paz durante el año pasado, la UE ha hecho todo lo posible (con su obsesión por defender el euro) para causar recesiones más profundas en toda Europa y así motivar el auge de partidos políticos radicales en naciones como Grecia.
La idea de que la UE es una fuerza de paz está profundamente arraigada en la mentalidad convencional europea. Y también está equivocada. La razón por la que Europa está en paz a día de hoy es porque la Segunda Guerra Mundial acabó con los antiguos enfrentamientos entre los grandes poderes de Europa y los sustituyó por dos superpotencias: Estados Unidos y la URSS. Desde ese momento en adelante, sólo habría una gran guerra en Europa si las superpotencias quisieran una.
Para asegurar esta paz, Estados Unidos y Gran Bretaña ocuparon Alemania Occidental y dejaron perfectamente claro que Alemania había perdido la guerra, que había cometido atrocidades incalificables al hacerlo y que ahora iba a ser reconstruida de modo que nunca podría hacer esas cosas de nuevo. Todo Occidente tenía también un profundo temor a la Unión Soviética (haciendo aún más vital el respaldo americano) y la unidad resultante se plasmó en la OTAN, que resistió frente el comunismo hasta que este se hundió y luego trajo una paz todavía frágil a los Balcanes.
Si la UE, en su apariencia original de Comunidad Europea del Carbón y el Acero, hubiera ganado este premio en 1955, seguiría siendo un error, pero no habría sido ridículo. En ese momento, la cooperación europea significó la reconciliación franco-germana, un logro que parecía de mayor peso histórico en aquel momento de lo que parece ahora con una visión retrospectiva.
Sin embargo, en 2012 hay candidatos más plausibles para un Premio de la Paz, tales como Mijeíl Saakashvili, de Georgia, quien, como apunta el experto de la Fundación Heritage Luke Coffey, se hizo cargo de un antiguo estado soviético, lo puso “en el camino hacia la democracia, la liberalización económica y la integración euroatlántica” y entonces como cortesía se le concedió una derrota electoral.
La lección del premio a la UE (junto a los tres premios que la ONU ha ganado en varias facetas durante la década pasada y la elección de dárselo al presidente Obama en 2009 por prometer ser más multilateral) es que el Comité del Nobel, como muchas élites, piensa que la mejor forma de fomentar la paz es disminuir la soberanía nacional y el control democrático de la política, confiando en instituciones supranacionales de gobierno regional (o global).
El problema con estas instituciones es que frecuentemente son impopulares, ineficaces, o ambas cosas a la vez. Ante eso, la respuesta de las élites es hacer lo que pueden para mejorar la imagen de las instituciones supranacionales, haciendo cosas como, por ejemplo, concederles montones de prestigiosos premios.
Así que sin duda, ríase del Comité del Nobel por darle el premio a la UE y ríase de la UE por creer que se merece el galardón. Pero lo que está en juego es el futuro de la soberanía nacional y del gobierno democrático y eso no es cosa de risa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario