El problema de la natalidad no es nuevo en Japón. Lo que no se esperaba es que el sexo o la búsqueda de una pareja también estén en peligro.
La culpa, según los nipones, la tiene la crisis social y economica. Los Japoneses dicen que sus mujeres son demasiado exigentes, y ellos no dan la talla a sus enormes exigencias.
Tener pareja empieza a ser menos común entre las nuevas generaciones niponas. Al menos eso dice su Gobierno, apoyándose en numerosas encuestas que hace que muchos se pregunten cómo consiguen según qué datos.
Como el que sostiene que el 69% de los hombres y el 59% de las mujeres no tienen pareja. O que más del 40% de los jóvenes de menos de 34 años son vírgenes. Darse una vuelta por las entrañas del país ayuda a entender las estadísticas, a las que suman las advertencias de los sociólogos. No en vano, en los últimos meses los medios nipones han cambiado el término que popularizó la socióloga Maki Fukusawa para diferenciar al "hombre herbívoro", expresión que creó para definir a los hombres que se resignaban a la prostitución para no complicarse en buscar una pareja.
Japón es uno de los países con mayor longevidad del mundo y, al mismo tiempo, con una bajísima natalidad. Mientras que superar los 90 años es un logro común, solo nacieron 8,4 niños por cada mil habitantes en los últimos cinco años. Y durante toda esta década, la población ha ido menguando año tras año hasta los poco más de 126 millones de habitantes.
La autor señala que la situación en torno a la disminución de la tasa de natalidad de Japón es un poco más compleja de lo que parece. Esto es debido a que la sociedad japonesa "brinda cada vez menos oportunidades a los hombres nipones" y "mantiene una alta expectativa de que estos sean el sostén y la columna de apoyo de la familia".
Manifestó que "la cuestión de género es bastante consistente con la tendencia mundial, donde los varones están teniendo tiempos difíciles", y a su vez añadió que la principal razón del decrecimiento es la falta de estabilidad económica".
En torno a esta tendencia y su impacto en la natalidad, Ryosuke Nishida, profesor del Instituto tecnológico de Tokio expresó a la autora que "los hombres sin un trabajo fijo son consideraros 'socios indeseables' en un matrimonio, incluso si una pareja con trabajos inestables desea contraer matrimonio sus padres se opondrían". "En Japón un hombre debe tener un trabajo fijo, ya que en caso contrario, puede ser visto como un perdedor", agregó el experto.
Ante "la falta de recursos" para mantener a una familia con un sueldo inestable, una realidad donde el 70% de las mujeres dejan el trabajo después de su primer hijo y "la presión corporativa" que impide con sus fuertes exigencias el tener la posibilidad de crear una relación sentimental, hacen que la problemática en torno al nacimiento se agudice. Esto a pesar de los esfuerzos que realiza la administración del primer ministro Shinzo Abe para detener el crecimiento de puestos de trabajo temporal y ayudar a la mujer nipona a mantener un balance entre el trabajo y la familia.
El sexo o la búsqueda de una pareja estuvieran también en peligro. Según lo que dicen los propios nipones, la culpa la tiene la crisis económica. Sobre todo para los hombres. Tener una pareja tradicional es un gasto de dinero que muchos ya no quieren asumir y que prefieren compensar con juguetes de plástico o virtuales.
Los hombres nipones obtienen hoy en día entre la mitad y dos terceras partes del salario real que lograban sus compatriotas en los 80. En una sociedad patriarcal donde el hombre ha de encargarse de mantener a su familia, eso supone un reto más difícil de asumir para los nipones. Pero hay más que eso.
La profesora de la Universidad de Kioto Nancy Snow afirma que el reto para el hombre anquilosado japonés es su dificultad para asumir que la mujer japonesa cada vez acepta menos el modelo tradicional. “Hay muchas profesionales con salarios mayores que los de los hombres”, señala. Y eso es algo que un hombre bajo el modelo clásico nipón, donde se espera que la esposa esté en casa mientras el hombre se va de copas tras el trabajo, no puede asumir.
Queda la esperanza, según muchos, del cambio de paradigma y de que las tradiciones niponas de antaño den paso a la modernidad. Para rizar el rizo, que una mujer japonesa decida vivir y casarse con un "gaijin", el hombre occidental que para muchas familias de antaño significaba una deshonra, ahora se ve con normalidad.
Incluso están de moda los hijos mestizos. Las buenas noticias son que, si bien la natalidad por población total ha descendido, el número de nacimientos por mujeres en edad de ser madres ha aumentado recientemente, según cifras del Banco Mundial. Ahora el grupo de edad mayoritario que tiene hijos son aquellas que tienen entre 35 y 40 años.
La culpa, según los nipones, la tiene la crisis social y economica. Los Japoneses dicen que sus mujeres son demasiado exigentes, y ellos no dan la talla a sus enormes exigencias.
Tener pareja empieza a ser menos común entre las nuevas generaciones niponas. Al menos eso dice su Gobierno, apoyándose en numerosas encuestas que hace que muchos se pregunten cómo consiguen según qué datos.
Como el que sostiene que el 69% de los hombres y el 59% de las mujeres no tienen pareja. O que más del 40% de los jóvenes de menos de 34 años son vírgenes. Darse una vuelta por las entrañas del país ayuda a entender las estadísticas, a las que suman las advertencias de los sociólogos. No en vano, en los últimos meses los medios nipones han cambiado el término que popularizó la socióloga Maki Fukusawa para diferenciar al "hombre herbívoro", expresión que creó para definir a los hombres que se resignaban a la prostitución para no complicarse en buscar una pareja.
Japón es uno de los países con mayor longevidad del mundo y, al mismo tiempo, con una bajísima natalidad. Mientras que superar los 90 años es un logro común, solo nacieron 8,4 niños por cada mil habitantes en los últimos cinco años. Y durante toda esta década, la población ha ido menguando año tras año hasta los poco más de 126 millones de habitantes.
La autor señala que la situación en torno a la disminución de la tasa de natalidad de Japón es un poco más compleja de lo que parece. Esto es debido a que la sociedad japonesa "brinda cada vez menos oportunidades a los hombres nipones" y "mantiene una alta expectativa de que estos sean el sostén y la columna de apoyo de la familia".
Manifestó que "la cuestión de género es bastante consistente con la tendencia mundial, donde los varones están teniendo tiempos difíciles", y a su vez añadió que la principal razón del decrecimiento es la falta de estabilidad económica".
En torno a esta tendencia y su impacto en la natalidad, Ryosuke Nishida, profesor del Instituto tecnológico de Tokio expresó a la autora que "los hombres sin un trabajo fijo son consideraros 'socios indeseables' en un matrimonio, incluso si una pareja con trabajos inestables desea contraer matrimonio sus padres se opondrían". "En Japón un hombre debe tener un trabajo fijo, ya que en caso contrario, puede ser visto como un perdedor", agregó el experto.
Ante "la falta de recursos" para mantener a una familia con un sueldo inestable, una realidad donde el 70% de las mujeres dejan el trabajo después de su primer hijo y "la presión corporativa" que impide con sus fuertes exigencias el tener la posibilidad de crear una relación sentimental, hacen que la problemática en torno al nacimiento se agudice. Esto a pesar de los esfuerzos que realiza la administración del primer ministro Shinzo Abe para detener el crecimiento de puestos de trabajo temporal y ayudar a la mujer nipona a mantener un balance entre el trabajo y la familia.
El sexo o la búsqueda de una pareja estuvieran también en peligro. Según lo que dicen los propios nipones, la culpa la tiene la crisis económica. Sobre todo para los hombres. Tener una pareja tradicional es un gasto de dinero que muchos ya no quieren asumir y que prefieren compensar con juguetes de plástico o virtuales.
Los hombres nipones obtienen hoy en día entre la mitad y dos terceras partes del salario real que lograban sus compatriotas en los 80. En una sociedad patriarcal donde el hombre ha de encargarse de mantener a su familia, eso supone un reto más difícil de asumir para los nipones. Pero hay más que eso.
La profesora de la Universidad de Kioto Nancy Snow afirma que el reto para el hombre anquilosado japonés es su dificultad para asumir que la mujer japonesa cada vez acepta menos el modelo tradicional. “Hay muchas profesionales con salarios mayores que los de los hombres”, señala. Y eso es algo que un hombre bajo el modelo clásico nipón, donde se espera que la esposa esté en casa mientras el hombre se va de copas tras el trabajo, no puede asumir.
Queda la esperanza, según muchos, del cambio de paradigma y de que las tradiciones niponas de antaño den paso a la modernidad. Para rizar el rizo, que una mujer japonesa decida vivir y casarse con un "gaijin", el hombre occidental que para muchas familias de antaño significaba una deshonra, ahora se ve con normalidad.
Incluso están de moda los hijos mestizos. Las buenas noticias son que, si bien la natalidad por población total ha descendido, el número de nacimientos por mujeres en edad de ser madres ha aumentado recientemente, según cifras del Banco Mundial. Ahora el grupo de edad mayoritario que tiene hijos son aquellas que tienen entre 35 y 40 años.