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La programación mental, como sabemos de sobra, comienza en la infancia, esa época durante la cual la información recibida es excesiva por definición, pues no se cuentan con los elementos necesarios para discriminar, para aceptar o rechazar, quedando así remanentes que, se descubre con los años, tal vez no tendrían por qué estar ahí.

En este sentido no es casual que las grandes multinacionales, herramientas de un sistema hegemónico que busca perpetuarse, consciente o inconscientemente incurran en estrategias que de algún modo fortalezcan la pretensión esencial de dicho sistema, lo cual en buena medida redunda en su propio beneficio y supervivencia. ¿Y qué mejor forma para deslizar los hábitos mentales y prácticas culturales que benefician al sistema que a través de la pretendida inocencia del juego?

La compañía Mattel recién puso a la venta una "Barbie Mexicana", una muñeca de esta serie emblemática que más allá de su piel morena y el amplio vestido rosa mexicano (obviamente), o el perro chihuahua en brazos, tiene incluida toda su documentación, los papeles en regla, pasaporte y visa sin los cuales simplemente no podría estar legalmente en territorio estadounidense.

¿Qué sentido tiene incluir este accesorio junto con la bolsa de mano y los lentes oscuros? Teniendo en cuenta que desde hace algunos años la inmigración llamada "latina" en Estados Unidos es un asunto social abierto y que requiere algún tipo de resolución, Mattel parece emitir una especie de toma de postura al respecto, con cierta torpeza pretendidamente sutil: que el único estatus normal y aceptable para una mexicana en Estados Unidos es con los documentos legales que así lo acrediten. Pero también, por otro lado, que toda mujer morena en Estados Unidos es, por necesidad, una inmigrante, impensable como ciudadana común y corriente.

¿Y para los niños qué tal un set como este? Con el que se les va inculcando que el destino justo de la protesta social no es otro más que el tolete de la policía, que a la acción de manifestarse en una calle corresponde la reacción de los cuerpos policiacos antimotines y antidisturbios: que el orden social se resguarda, no se transforma.

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Así son las cosas en el inocente mundo de los juguetes infantiles.